La XV legislatura comenzó el 17 de agosto. El adelanto electoral que siguió a la debacle autonómica de los partidos de izquierda llevó a unos resultados que imposibilitaban, en la práctica, la conformación de una mayoría natural. Los caminos a seguir eran tres. Dejar la conformación de una mayoría simple con el partido ganador de los comicios. Ir a nuevas elecciones y consultar a los ciudadanos para que tomen posición sobre la nueva situación. Tres, comprar los votos necesarios hasta conseguir una mayoría mecánica que permitiera la investidura. Este ha sido el camino elegido por el sanchismo, la facción radical del PSOE. El resultado, una es una mayoría entregada a los socios minoritarios.
No es extraño observar que si algo caracteriza a la actual legislatura es la radicalización. La podemización del PSOE, su alianza con las castas independistas de extrema izquierda y derecha extrema y la imposición de los deseos de las minorías nos llevan a ello. Entre otras muchas cosas exigen dividir el país, cobrar por adelantado todo lo gastado con anterioridad, también las partidas dedicadas a delinquir y borrar sus delitos.
Al presidente Sánchez le ha parecido bien. Le han hecho un nuevo traje con el que voluntariamente va a gobernar.
El “nuevo traje” del presidente Sánchez no representa ninguna sorpresa ni novedad. Resulta d la aplicación del “plan” de la “banda” denunciado por Albert Rivera en sede parlamentaria. Un plan anunciado años antes por Conde Pumpido, diseñado por Gonzalo Boye, estampado en los telares Santos-Cerdán, comercializado en join venture con Yolanda Díaz, con la firma de Otegui, Junqueras y Puigdemont, entallado en la sastrería Bolaños.
Es un traje a la medida de todos. De todos ellos, aparentemente muy lejano a la voluntad mayoritaria del pueblo. Un traje que funciona como un lucrativo negocio a costa de los derechos de los ciudadanos, enfrentado a la separación de poderes y que cursa en sentido contrario a la equidad, al desarrollo económico común y a los intereses de la unidad de España.
El pequeño problema es que el traje como tal solo puede ser visto por los social comunistas de nuevo cuño, pijo-progres e independentistas. El resto de los ciudadanos le vemos desnudo.
Ante un acontecimiento de perspectiva tan insoportable como tener que dejar el poder se les ha nublado la vista. La del presidente Sánchez y la de todos sus acólitos. Han conseguido aportar su listado de reivindicaciones en la presentación de una ley “ad hoc” para ser nombrado presidente con el innoble objetivo de repartirse el botín y borrar sus delitos.
Los indultos y las tretas para que los expresidentes del PSOE condenados por la prevaricación en la Junta de Andalucía, que les permite, a fecha de hoy, no pisar la cárcel han sido superados con creces. Es una revancha hostil en toda regla contra el estado de derecho.
Ya lo anunciaba el laureado escritor danés Hans Christian Andersen en su libro el “El traje nuevo del emperador”, también conocido como “El rey desnudo”, en su cuento publicado en 1837, integrado en una serie de cuentos de hadas contados para niños. En su cuento, en forma de fábula, contiene un mensaje de advertencia en el que decía, tal como nos intentan explicar ahora en esta huida destructiva creando un nuevo relato de postverdad. Contiene un consejo; “no tiene por qué ser verdad lo que piensan y relatan que lo es”. No es casual que la versión de Andersen está basada en una historia española recopilada por el infante Don Juan Manuel en El conde Lucanor, un libro de cuentos con ánimo moralizante de hace 700 años.
Esta senda hacía evitable el cese de Maxim Huertas. Sánchez tiene garantizado un lugar privilegiado entre los felones.
Así lo ven la mayoría de los líderes históricos del PSOE, las asociaciones de jueces, la oposición de centro derecha y las multitudinarias manifestaciones ciudadanas, el CGPJ, el comisario de Justicia de la UE, los abogados del Estado, empresarios, inspectores de Hacienda, diplomáticos, etc.
“El traje nuevo del presidente” o el “presidente va desnudo” son frases usadas, en política y sociedad para referirse a cualquier verdad obvia cuando es proclamada por un gobierno que quiere tomar por tontos a sus ciudadanos.
Sánchez va desnudo, el PSOE –abandonados sus principios y perdida su credibilidad- camino de la insignificancia y con su banda, la orientación del gobierno de España hacia una senda dictatorial es palmaria.