¿Hoy no se ha levantado optimista? Pues mire las cosas así: vivimos en una tierra en la que por aceptar un regalo, se dimite. Ni más ni menos que dejamos la Presidencia de una Comunidad Autónoma por haber recibido unos regalos. Por cierto, el dimisionario también lo niega esto. ¿Se imaginan que aquí hubiera corrupción de verdad? O sea, enriquecimiento ilícito. Bueno, es que somos tan serios que si alguien se llevara dinero a su casa, habría cadena perpetua. Menos mal que tenemos un nivel de exigencia tan alto. Ni los suecos. Aquí somos increíblemente rigurosos. Póngase usted en la entrada de un ministerio en Navidades y verá llegar las furgonetas con regalos. Póngase usted delante de una conselleria y verá el mismo espectáculo. Y eso que hilamos fino. Qué desorden, qué despropósito.
