El Parlament se prepara para otra situación insólita

Jaume Font abandona el Partido Popular. Sin embargo, lo que más me sorprende del anuncio de ayer es que, tras esta renuncia, nuestro Parlament va a vivir un nuevo momento de gloria, de esos inconcebibles en cualquier democracia normal: en el PP, el jefe de filas no hablará, será diputado raso, mientras que el portavoz, Antoni Pastor, en teoría deberá basar sus intervenciones en la línea que le fija un diputado raso, como es José Ramón Bauzà. Si estas cosas las tomáramos como sucede en un Parlamento habitual, el papel de Pastor sería ultradelicado; casi tendría que estar con un 'pinganillo' conectado a su jefe, porque, en plena precampaña electoral, se supone que su partido estará exponiendo ideas que van a ser base del futuro programa. Encima, hemos oído por ahí que no hay una sintonía perfecta entre ambos, lo cual convierte esto en un puzzle. Bauzà ha optado por entrar en el Parlament y no intervenir. Tiene una tribuna pero, dicen, no la va a usar. Algo que, por supuesto, ni es normal, ni habitual. Un jefe de la oposición, dicen los manuales, busca tribunas en las que exponer su mensaje y desgastar al Gobierno. Esta decisión, aunque no le  preocupe a nadie, también contribuye a degradar un Parlament en el que no vamos a tener la oportunidad de escuchar las ideas de este partido político o, al menos, del líder de este partido. Insólito, desde luego.

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