Bauzá anunció en campaña que los altos cargos de su futuro Govern no podrían aceptar regalos ni gastarse más de 35 euros en las comidas de trabajo. Si un dirigente del nuevo Govern cumple su trabajo, es competente, y sabe lo que tiene entre manos, poco importa si acepta una botella de vino o un bolígrafo. Tampoco tiene la menor importancia si algún dirigente del nuevo Govern se gasta algo más de 35 euros en una comida. Dependerá del momento y el lugar, me imagino. Son asuntos menores que no tienen la menor importancia. En cambio, Bauzá sí acierta cuando prohíbe a los dirigentes de su futuro Govern colocar a familiares. Lo increíble es que una norma de estas características tenga que ponerse en un código ético de un partido político. Los ciudadanos ya dábamos por hecho que los políticos no colocaban a sus parientes, pero al parecer no era así.





