Dícese de lo que está sucediendo en este país que es más difícil de advertir que el antiguo comunismo sovietico porque no resulta fácil detectarlo. Está claro que no se pueden comparar estos dos términos pero sí se asemejan y mucho en el daño que se inflige a los seres humanos.
Está siendo muy difícil que los ciudadanos perciban la naturaleza totalitaria de esta ideología que se está imponiendo, ya que a diferencia del comunismo no busca subyugar a la gente por la violencia sino que sus métodos son más sublimes y van entrando por ósmosis aunque el resultado sigue siendo el mismo.
Estamos sufriendo una presión ideológica donde sólo se permite una ideología política y todo, absolutamente todo, es político.
Este totalitarismo blando que impide que mucha gente lo reconozca se está implementando siempre por el bien de la comprensión, por ejemplo se nos vende cualquier locura que exigen estos ideólogos de género y si no la aceptamos las consecuencias son tremendas, y rápidamente nos tratan de racistas, homófobos y sembradores de odio.
Ya lo predijo hace un tiempo el papa Benedicto XVI, el peligro de la llamada dictadura del relativismo.
Esta ideología es una sucesión de dogmas en los que no cabe laxitud alguna. Primero se presenta pidiendo tolerancia y diálogo para después en el poder anunciar que se acabó la tolerancia y el diálogo, porque no se puede dialogar ni tolerar el mal. Son ellos los que deciden quién es bueno y quién es malo teniendo sus iconos, sus rituales, su lenguaje sagrado e incluso sus santos.
Y precisamente este lenguaje sagrado se ha convertido en un arma importantísima en la batalla ideológica, intentando crear realidades cambiando las palabras que usamos ya que estas son las que forman los conceptos en nuestra mente.Y eso es lo que intentan los obsesionados con la ideología de género, están convencidos de que, si logramos cambiar la forma de hablar, se puede cambiar la realidad del sexo. Y esto es mentira, pero hasta que la gente se de cuenta de esta falacia se habrá hecho mucho daño.
Controlar el lenguaje es una forma controlar a las personas y si aceptamos la manipulación del lenguaje por parte de la izquierda será más difícil resistir a su imposición
Como indica Rod Dreher (autor del libro "Vivir sin mentiras" que aconsejo como lectura para estas vacaciones)" puede que las familias no estén interesadas en la guerra cultural pero la guerra cultural sí está interesada en ellas" .Y no le falta razón y es allí, en la familia de cada uno ,que es el terreno que controlamos- donde debemos combatir ese totalitarismo blando.