El Partido Popular encumbrará este fin de semana a Marga Prohens como su gran apuesta para el asalto al Consolat en las elecciones de 2023. Unas elecciones en las que la formación conservadora pretenderá -tras no conseguirlo en 2019- repintar de azul el mapa de ayuntamientos y Consells en todo el archipiélago. En el caso de Palma, el presidente ‘popular’ Jaime Martínez aún no ha dado a conocer si dará el paso al frente para ser el candidato a la alcaldía.
Los ‘populares´ cuentan con la ventaja de que, al no gobernar, pueden iniciar la carrera electoral desde este mismo fin de semana, mientras PSIB, Més y Podem (os/as/es) rezan para que la pandemia y sus sucesivas olas queden atrás para poner en funcionamiento sus respectivas maquinarias electorales. VOX lleva en campaña desde el primer día y Ciudadanos y ElPi igual ni llegan a 2023.
Con o sin pandemia, el caso de Palma es el más fácil de analizar porque los hechos mandan. Han pasado más de dos años desde que José Hila (y su muchachada multicolor) gobiernan en Palma como continuidad de una legislatura anterior en la que ya llevaron las riendas de Ciutat. Tiempo y ejemplos suficientes para saber -pandemia al margen- qué herencia dejarán cuando se vayan (o los echan los votos de los palmesanos).
Los actuales rectores de Cort dejarán una ciudad peor que la que se encontraron. Una ciudad de la que habrán desaparecido unas 2.000 plazas de aparcamiento de sus calles en favor de unos carril-bici que tienen un uso ínfimo y unos patinetes diabólicos que siguen prefiriendo la acera incumpliendo toda normativa con sanciones casi anecdóticas.
Hila y su equipo dejarán una ciudad en la que los atascos en hora punta son y serán los mismos que se encontraron pero con la salvedad que en el resto de horas al día se conduce a paso de tortuga, a 80 en Vía de Cintura y a 30 en la ciudad. Un calvario. No he visto en todos estos meses un solo aplauso a la iniciativa.
Tampoco he encontrado aplausos a como ha quedado la entrada a Palma desde la autopista del aeropuerto. Meses de obras y una fuerte inversión y uno casi ni se da cuenta de que allí se ha hecho una mejora.
Este equipo de gobierno se irá con las papeleras de la ciudad llenas a rebosar a las 12 del mediodía en pleno verano con los turistas haciendo fotos a nuestra suciedad. O con el casco antiguo con más pintadas y graffitis en las paredes y persianas que cuadros hay en el Museo del Prado.
La Palma que van a dejar es la del meollo de la ciudad (barrio de San Jaime) en zona ACIRE y el ensanche entero desde el Paseo Mallorca con prohibición de aparcar si no eres residente. No olvidar tampoco que los negocios de Plaça del Mercat y Calle Unió ya no reciben furgonetas de reparto porque Cort las ha echado de la zona. Que se busquen la vida.
Todo este repaso de polémicas decisiones, y que podría ser más largo, tienen en común que se han dictado desde Cort sin ningún tipo de diálogo. De hecho, la mayoría de ellas han llegado a oídos de comerciantes y vecinos del centro cuando los han visto en el periódico o en alguna de las costosas -como la actual de ‘Palma camina’- campañas de propaganda.
Comerciantes del centro ya han advertido a Hila y compañía que no debe olvidar que hay elecciones en menos de dos años y que allí se encontrarán la respuesta de los palmesanos.
Sí, porque mientras todo esto sucede, al alcalde solo se le ve al lado del alquitrán actualizando una calle, o en las redes ‘bravejant’ de como ha gestionado esta pandemia ‘que le ha tocado gestionar’. La ha ‘gestionado’ tan bien que aún nadie ha explicado por qué se autorizaron los dos conciertos-botellón de la plaza de toros repletos de viajes de estudios con las consecuencias que ya todos conocemos y que pagaremos durante mucho tiempo. Algunos con su vida.
Usted se preguntará por qué marco estos hechos como una herencia si aún quedan casi dos años de mandato. Si no es demasiado pronto. Cierto. Lo triste es que tan pronto y viendo el poco diálogo que gastan estos políticos, no hay esperanzas de cambios. Solo a peor. Y pongo un ejemplo. A la que este ayuntamiento se sienta de nuevo con algo de fuerzas tras la pandemia volverá el asedio a las terrazas de los bares y restaurantes de Palma. Y es que lo que vivimos ahora es tan solo una tregua por la pandemia. Pero volverán a la carga. Lo podremos sumar a la ‘herencia’ de una ciudad peor que nos van a dejar.
NOTA. Este es el último artículo que el autor firma en esta tribuna. Toca parar pero, no lo dude, nos volveremos a encontrar. Suerte a todos.