“Visibilizar” es, según la RAE, “hacer visible artificialmente lo que no puede verse a simple vista, como con los rayos X los cuerpos ocultos, o con el microscopio los microbios”. En fecha reciente ha entrado a formar parte de las palabras de moda en boca de políticos y agentes sociales. Hoy se habla de visibilizar a las minorías y de forma muy especial a las mujeres. Hacerlas visibles...
Hacer visible a la mitad de nuestra sociedad es poco menos que un oxímoron desde el punto de vista lingüístico. En lo que sin duda coincidirán de la más radical feminista al individuo más conservador es que aún queda trecho por delante (senda, como dicen ahora) en la “visibilización” de la mujer. Una de las esferas en las que más se hace patente su opaca presencia es en el mundo del deporte. El deporte es, por mucho que le pese a ultras, fans y peñistas, un negocio que se mueve por dinero. Y las diversas disciplinas del deporte femenino no han conseguido el apoyo de los patrocinadores y anunciantes privados, ni la atención mediática que genera audiencias, ni la debida política de los que nos gobiernan. Hoy se habla más que nunca de la mujer y de la igualdad cuando las deportistas siguen estancadas donde estaban hace décadas. Si además se dedican a una disciplina minoritaria (básicamente todo lo que no sea fútbol), su olvido es doble.
Las mujeres deportistas no necesitan premios o galardones públicos sólo para mujeres, ni más subvenciones o ayudas económicas... Sólo necesitan un poco de atención. Las políticas de fomento y promoción no pasan siempre por la subvención. Algo tan sencillo como involucrar a nuestras deportistas en charlas escolares sobre lo que hacen sería el mejor ejercicio de promoción de la vida saludable y de la igualdad entre los jóvenes. Ellas son nuestras “ídolas”. En Baleares tenemos muchos ejemplos: Cata Coll, Patricia Guijarro, Alba Torrens, Carolina Marín (que ya es un poco nuestra), María Fuster, Tita Llorens, Elena Gómez, Fanny Palou... Son sólo algunos nombres. Hay muchos más, más nombres de mujer.
Es una obligación de ayuntamientos, consells y del Govern conseguir un mayor impacto popular del deporte femenino, desde las bases hasta la alta competición, desde la disciplina más minoritaria a las más popular. El deporte es un sector estratégico por prestigio social y proyección internacional, por la importancia económica que comporta, por la salud que genera a los ciudadanos y sí, también, por la “visibilización” de la mujer. Sólo por un hecho tan prosaico como que ellas pagan la mitad de los impuestos que nos permiten sustentar nuestro estado del bienestar, merecen una mayor y especial atención.