En segundo plano

Si te sientas a una mesa donde se hallan reunidos doce comensales, no necesariamente apóstoles y, política aparte, el debate futbolístico se centra en el Barça y el Madrid, ni siquiera el Atlético, mientras el Mallorca pulula residualmente en el ambiente, es que el proyecto no ha calado.

Durante muchos años y en las ocasiones puntuales en que a merengues y culés les tocaba por calendario visitar el Lluis Sitjar, el color dominante en las gradas era el blanco o el blaugrana. El rojo se adivinaba penas entre el agitar de las banderas visitantes. Cuando el club presidido por Miquel Contestí volvió a a primera división tras una larga travesía por el desierto de Seguna e incluso Tercera, la tendencia se relajó un tanto, sin desaparecer del todo. Ya con el equipo como inquilino de Son Moix, del que se había apoderado Antonio Asensio Pizarro con Mateu Alemany de primer ejecutivo, las enseñas locales llegaron a superar a las de las poderosas escuadras enemigas. Claro, eran los tiempos en que Etoo por si solo asaltaba el Santiago Bernabéu o el Mallorca de Cúper le birlaba la Supercopa al propietario del Nou Camp en sus propias barbas y escenario.

Lamentablemente hemos vuelto a las andadas porque, por encima de la mala gestión de los tres últimos años y sus pésimos resultados tanto económicos como deportivos, no hay quien se crea los planes de futuro que se pretenden vender. El mayor alimento que ingiere la pasión es, sin duda, la ilusión y nadie se siente ilusionado por un objetivo cambiante y una idea tan abstracta como la que ha transmitido Robert Sarver junto a su jefe de filas, Maheta Molango, por mucho dinero que haya detrás si es que lo hay porque verse, desde luego, ni siquiera se vislumbra.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias