En situación límite, pocos principios sobreviven

En cierta forma, la crisis económica empieza ahora. Porque es ahora cuando ya no quedan reservas, cuando hemos gastado lo último, cuando las penas emergen y buscan desesperadamente consuelo. Es ahora cuando las empresas más solventes ven que no pueden continuar y que hay que prescindir no sólo de los adornos, sino de la sustancia. Es ahora cuando el Govern ya ha agotado su discurso demagógico, cuando se ha quedado sin margen para endeudarse más y más. El final del Gobierno de Antich es igualmente dramático: sin haber aplicado medidas serias para ahorrar, deja las finanzas en un estado desastroso. Por lo tanto, ahora ya no quedan fórmulas mágicas. Bauzá empieza a ver que va a tener que ser el malo, el malísimo de la película y, aunque aún no lo ve, si no educa a los ciudadanos, lo cual es casi imposible, va a terminar siendo echado a casa, en la mayor impopularidad. En ese sentido, es bueno recordar algunas cosas básicas de la economía: hay que gastar menos de lo que se ingresa, si queremos sobrevivir; hay que recortar de donde tiene menos efectos sobre la estructura productiva, si queremos un día volver a crecer; los derechos reconocidos en los papeles son eso, palabras sobre papeles; las promesas electoralistas baratas son eso, promesas electoralistas. Ahora estamos en situación límite y en esos momentos se aplican sólo los principios básicos. Lamentable, pero todos hemos dejado que las cosas llegaran a este punto.

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