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Antoni Monserrat.
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Antoni Monserrat. (Foto: J. Fernández Ortega)

"Mi consejo es no ir a la Justicia, porque es como una enfermedad"

Por Joan Miquel Perpinyà
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jmperpinyamallorcadiariocom/10/10/25
domingo 11 de agosto de 2024, 00:00h

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Antonio Monserrat Quintana (Palma, 1947) es toda una autoridad en el campo del Derecho. Fue vocal del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), magistrado de la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Baleares (TSJIB), académico de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, abogado de la Rota y profesor de la UIB. Está en posesión de la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort, Medalla de Oro del Ilustre Colegio de Abogados de Baleares y la Medalla de Plata al mérito de la Guardia Civil.

'Mi consejo es no ir a la Justicia, porque es como una enfermedad'
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(Foto: J. Fernández Ortega)

Tengo entendido que es usted el único mallorquín que ha sido vocal del Consejo General del Poder Judicial. ¿Es así?

– Sí. Y otra particularidad. Hasta ahora también era el único que tenía la Gran Cruz de San Raimundo de Peñafort, pero recientemente se la han concedido a Tomeu Barceló, exfiscal superior de Baleares, lo cual me parece muy bien porque es muy amigo mío y estas son cosas que uno no se espera ni las planea.

¿Dónde estaba usted o qué hacía hace 20 años?

– Pues hace 20 años yo era magistrado de la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Baleares y si no me falla la memoria, en el año 2003 creo que estaba en Argentina o en Uruguay, con el famoso caso Mapau, que me tocó a mí la instrucción. También fue como si te cae un meteorito encima de la cabeza, porque yo hacía muy poco que había entrado en la Sala. Había entrado en el año 2000 y fue una causa brutal.

Tuvimos que ir a Argentina y a Uruguay a tomar declaración a una serie de testigos que ya habían declarado a instancias de un juez de instrucción de Ibiza. Pero los compañeros de la Sala consideraron que aquellas declaraciones no se habían hecho muy bien porque no había habido contradicción. La solución no era más que desplazarme allí para permitir que los abogados pudieran interrogar. Bueno, pues esto originó un caso, creo que ha sido único también en la historia judicial española, ya que nadie se ha pasado más de un mes en Argentina, tomando declaraciones de juzgado federal en juzgado federal. Fue una experiencia enriquecedora.

¿Cree que ha cambiado mucho la sociedad mallorquina?

– La sociedad mallorquina ha cambiado. Yo tengo una visión particularmente amplia y buena porque tengo nueve nietos, de los cuales seis son niñas, aunque ya no son tan niñas, porque una está en tercero de Derecho. Yo creo que hay más libertad; más libertad para lo bueno, pero también para lo malo. Hay aspectos en que hemos empeorado. Por ejemplo, creo que hay bastante falta de responsabilidad.

¿En qué sentido lo dice?

– En el sentido de que a lo mejor se pretende hacer lo que uno quiera, pero luego a la hora de asumir las consecuencias ya no se ve tan claro. En otro aspecto, creo que la sociedad está más crispada. Basta ver las noticias que están saliendo de Son Gotleu, o de incidentes de tráfico, ves que hay crispación, incluso más violencia. A mí el otro día también me llamaron gilipollas tres veces. Seguramente lo soy, pero la cosa no daba para eso. ¡Qué le vamos a hacer!

"Se pretende hacer lo que uno quiera, pero a la hora de asumir las consecuencias, ya no se ve tan claro"

No me responda como jurista. ¿La justicia es igual para todos?

– ¿Puedo ir al grano?

Por favor…

– Me aplicaron la eutanasia administrativa, una cosa muy fea porque cuando todavía estás bien de la cabeza, o te lo crees, de repente te echan. Y eso que yo resistí como un cosaco porque pedí la prórroga hasta los 72 años, el máximo. Por razones nada claras se prorrogó hasta los 72 y todo se hizo porque un magistrado del Tribunal Supremo se había emperrado en continuar hasta los 75. Entonces se dijo hasta los 72, todos. Entonces había un privilegio para los del Supremo, que se quedaban hasta los 75. No se iban y se formaba un tapón.

"La Justicia no es igual para todos porque, en principio, los abogados tampoco son iguales entre sí"

La Justicia no es igual para todos porque, en principio, los abogados tampoco son iguales entre sí. Hay auténticos matarifes y gente que sabe lo que hace. Mi consejo es no ir a la Justicia, porque es como una enfermedad. Un proceso, sea el que sea, es como una enfermedad. Cuando oyes: “llamaré a mis abogados”, mira, no llames y ahórrate dinero, intenta arreglarlo. Por eso no es igual para todos. Ahora bien, en igualdad de condiciones, pensando que los abogados van a poner todo lo que saben y todos saben igual, pues sí, es igual para todos. Y desde luego, desde el punto de vista de los jueces, pues los jueces también tienen sus diferencias, sobre todo ideológicas, porque esto de la Justicia imparcial ideológicamente no es verdad.

"Esto de la Justicia imparcial ideológicamente no es verdad"

¿A qué se refiere concretamente?

– No es verdad porque los jueces están todos politizados. ¿Por qué? Pues porque si no están politizados yo creo que son un poco tontos. Hay que estar politizado, hay que tener una idea de la polis. Lo que no hay que hacer es imponer tus ideas políticas en los casos judiciales. Pero, desgraciadamente, los hay que sí lo hacen. Y, además, lo dicen bien claro. Cuando esta diferencia entre Jueces para la Democracia, jueces profesionales, etc., hay una teoría de origen marxista que Gramsci la perfeccionó mucho. Hay jueces que consideran que ejercer Justicia es hacer el cambio social, pero esto no es así. Un juez no está para hacer un cambio social.

El Derecho no lo hace él, lo hace la Ley. Es mezclar churras con merinas. El Poder Legislativo dicta las leyes y el juez las aplica. Pero lo que no puede hacer el juez –y algunos lo hacen– es retorcer la Ley mediante lo que llaman el uso alternativo del Derecho, que es una teoría comunista del eurocomunismo italiano, y retuerce la ley y hacen lo que quieren que sea. Esto sí que es un problema muy grave, cosa que la Asociación Profesional de la Magistratura, a la que yo pertenecía y que, por cierto, es la mayoritaria en la judicatura, siempre se ha opuesto.

"Los jueces están todos politizados"

Pleitos tengas y los ganes, que se decía antiguamente.

– Sí. Y es verdad.

Últimamente se está atacando a los jueces, ya sean jueces de instrucción, ya sean presidentes de sala del TSJIB, ya sean instructores del Tribunal Supremo, y lo primero que se hace es ponerles una etiqueta, como si con eso se pudiera prever lo que van a decidir. Como si por pertenecer a una asociación ya obligara al juez a manejarse en un sentido determinado.

– El primer error es etiquetar, porque aquí no somos entomólogos. No se trata de coger una cucaracha y ponerle el alfiler para clasificarla. Etiquetar también es muy propio de una ideología marxista, aquí los buenos y aquí los malos. Segundo error, al etiquetar sucede lo que usted dice, que ya se imprime un sello de desconfianza sobre el juez. Y yo lo que le puedo decir es que, salvo casos muy extremos, los jueces cumplen su función con todo rigor, con toda honradez y con todo desinterés. Basta ver las poquísimas sentencias en que se ha condenado a un juez por cohecho. A lo mejor dos o tres en 50 años, poquísimas. Por prevaricación hay algunas más, aunque también es muy infrecuente, pero no tanto.

"Salvo casos muy extremos, los jueces cumplen su función con todo rigor, honradez y desinterés"

¿Qué opinión le merece otra crítica que se hace ahora a los jueces y fiscales, diciendo que de entrada todos son conservadores porque vienen de familias pudientes, lo que les permitió preparar la oposición?

– Es una falsedad enorme porque basta hacer un análisis sociológico de la judicatura y hay de todos los colores y de todos los estamentos. Las oposiciones es el sistema más justo de todos. Yo fui miembro de la Comisión de Derecho Internacional del CGPJ, entre otras. Esto me llevó a tomar parte en dos organismos muy importantes, el Consejo Judicial Iberoamericano y la Red Europea de Consejos de Justicia. En Europa hicimos una declaración que se llama la declaración de Dublín, estableciendo unas normas o estándares para la justicia imparcial, que es un poco de lo que estamos hablando. Uno de los parámetros que te sirven para decidir o juzgar sobre la imparcialidad, es cómo entran los jueces a ser jueces. El país en que menos garantías se tiene para ser juez, aunque esto no se lo va a creer nadie, es Gran Bretaña. En Gran Bretaña me explicaban los jueces británicos, que allí se utiliza lo que se llama la “palmadita en el hombro”, tú eres juez. En otros casos se hace mediante un comité, cuyos miembros son los que preparan a los que se van a presentar ante el comité. Al final, todo recae en la honradez personal.

Según su experiencia, ¿cuál es el principal problema de la Administración de Justicia, la falta de medios, la excesiva litigiosidad, la escasez de jueces?

– Cada uno de esos factores influye y mucho. Yo creo que una de las grandes causas es que la sociedad ha perdido fuste moral. Es aquello que hablamos de la crispación. Aquí, a la más mínima, al juzgado. Hombre, no, intenta arreglar los pleitos de vecindad. El otro día había una sentencia que a mí me llamó particularmente la atención, un asunto que ha llegado al Supremo y se peleaban marido y mujer a ver quién pagaba la comida de los dos gatos que tenían en casa. Esto parece una broma, pero ha llegado al Supremo. Con lo que les ha costado la broma… ¿Cómo es posible que se pueda llegar al Supremo con una imbecilidad como esta? Por eso digo que hay una crispación moral. San Juan Pablo II decía: “cuando se denigra el tejido moral de una nación, es de temer cualquier cosa”.

"La sociedad ha perdido fuste moral"

Yo creo que hay mucho de esto, la gente ha perdido referentes morales y referente del de no faltan ideales. Lo que une a la gente es un ideal, una idea como la revolución americana, la revolución francesa, que es lo que hace que la gente salga de su cueva y diga, vamos para allá. Bueno, pues vamos, yo que sé, hay que llegar a la luna. Bueno, pues vamos a llegar a la luna. Cosas que hagan ilusión. En nuestra sociedad faltan este tipo de ilusiones. Porque estos eslóganes que dicen “hay que trabajar menos y ganar más”; hombre, claro, es fantástico, pero eso no va a mejorar mucho el país. Va a mejorar la sensación de cada uno, sí, pero hay que pensar con un criterio magnánimo, no particular.

Pero todo el mundo se queja de los medios con que cuenta la Justicia…

– Es sangrante porque la Administración de Justicia tiene muchos peores medios que cualquier empresa privada. Y encima los vascos y los catalanes tienen unas oficinas judiciales cien veces mejores que las que podamos tener en Palma. ¿Por qué? Les dan más dinero, con gran desprecio a la igualdad.

"Los vascos y catalanes tienen unas oficinas judiciales cien veces mejores que las que podamos tener en Palma"

Solemos ver a los jueces y a los fiscales como gente muy seria, sin sentido del humor. Esto imagino que será un error, porque de todo habrá…

– Lo que pasa es que depende de las circunstancias. Porque si tú estás revestido de la capa de Drácula y los manguitos y todo aquello. A mí las solemnidades me dan risa, por cierto. Me tengo que morder la lengua porque a veces cuanto más solemne, más risa me entra, pero hay que mantener las formas. Hay una liturgia, porque si tú ves a un individuo con unos vaqueros con alpargatas, que te puede condenar a 10 años de cárcel, pues, ¿esto qué es? Es evidente que, en esas circunstancias, cuando estás impartiendo Justicia, has de mantener unas formas. Pero eso no quiere decir que después, cuando se cierran las puertas y visto para sentencia, despejen la sala, a lo mejor te partes de la risa, de lo que has oído.

"A mí las solemnidades me dan risa"

¿En sus tiempos de abogado, renunció alguna vez a representar a un cliente?

– Sí. Recuerdo un individuo que me vino con un cheque diciendo que había estado sin fondos y que a ver si lo cobrábamos. Nada más ver el cheque, me di cuenta de que estaba falsificado. Le había añadido un cero a la cantidad. Le dije: “Oiga, ¿qué me trae usted?”. Y me dijo: “No, mire, no repartiremos la mitad para usted y la mitad mí”. Le mostré la puerta.

Alguna vez, con escándalo de mi mujer, me tocó defender a violadores, que lo eran y que salieron absueltos. Yo estaba en la lista de abogados del consulado alemán. Recuerdo el caso de un acusado de varias violaciones y logré salvarlo por un error en la instrucción. Fue absuelto, pero era culpable, algo que la gente no entiende. El abogado tiene que ser parcial. Quien ha de ser imparcial es el juez, pero el abogado ha de defender a su cliente.

¿Considera que los abogados jóvenes están mejor o peor preparados que los de su generación?

– En general, cuando empiezan están peor preparados. El problema radica en el bachillerato y también en haber eliminado el latín, especialmente para los juristas. También se ha perdido elegancia en el escribir, porque no se lee. Si el manjar cultural es únicamente la prensa, eso no basta. Se nota mucho a la hora de redactar. Rafael Perera escribía con una elegancia enorme y como él, muchos otros. Y la gente joven no sabe.

"Se ha perdido elegancia en el escribir porque no se lee"

¿Qué opina sobre la Ley de Amnistía? ¿Es constitucional?

– Es una historia larga que no se debe plantear así. Creo que desde el principio se planteó mal por parte del Tribunal Supremo. Creo que los acusados del Proceso independentista debieron ser juzgados por el Tribunal Superior de Catalunya. El Supremo hizo un malabarismo y asumió la causa. Aquello fue un error. Otro error fue pensar que al detener a Carles Puigdemont en Alemania, el problema estaría solucionado. No fue así. Además, a enemigo que huye, puente de plata. Llegamos a la amnistía. Como Pedro Sánchez tiene que conservar la silla sea como sea, no le queda más remedio que aceptar la amnistía.

"El Constitucional actualmente es un charco de ranas"

Yo creo que es inconstitucional, aunque depende de las palabras usadas. Pero la pregunta no es si es constitucional o no. La pregunta es: ¿Qué dirá el Tribunal Constitucional? ¿Qué dirá Cándido Conde-Pumpido, a quien conozco mucho? El Constitucional actualmente es un charco de ranas. Hay un bloque de siete contra cinco. Inmaculada Montalván estaba en el CGPJ conmigo y es una fanática. Para empezar, se cargaron la tradición que consistía en que el presidente es de un color y el vicepresidente de otro. Ahora los dos son del mismo color. Concepción Espejel ya me dijo: “vienen tiempos muy duros”. Hay gente fanática, con una carga ideológica terrible. Se ha visto con las sentencias de los ERE de Andalucía, con el Constitucional peleándose contra el Supremo, que en teoría es la cúspide judicial. Ahora ya no.

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