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'La Justicia es el último recurso que le queda al ciudadano'
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(Foto: J. Fernández Ortega)

"La Justicia es el último recurso que le queda al ciudadano"

Por Josep Maria Aguiló
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jmaguilomallorcadiariocom/8/8/23
domingo 15 de septiembre de 2024, 05:00h

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El prestigioso abogado Joan Buades Feliu (Palma, 1953) se licenció en Derecho por la Universitat Central de Barcelona. Posteriormente, empezó a ejercer como misser primero en Madrid y luego en Barcelona, regresando a Palma en 1979. En la capital de España, Buades trabajó dos años en el despacho de Gregorio Peces-Barba, quien posteriormente fue uno de los padres de la Constitución y también presidente del Congreso de los Diputados. Ya en Mallorca, durante bastantes años Joan trabajó junto con un compañero y en 1997 puso en marcha el Bufete Buades, reconvertido hoy en Buades Legal.

¿Qué hacía o dónde estaba usted hace veinte años?

Estaba trabajando en Mallorca como abogado, en el despacho que sigo teniendo actualmente, y, además, también daba clases en la UIB. En general, mi vida era muy parecida a la que llevo ahora, si bien la intensidad de mi actividad posiblemente fuera distinta.

Hace justo dos décadas, empezaron a ser muy conocidos abogados, fiscales y jueces centrados en casos de corrupción muy relevantes...

Así fue, sí, pero en realidad eran los casos de corrupción los que eran mediáticos. También es cierto que, a partir de ahí, todos los profesionales que intervenían en cada uno de esos casos se veían afectados en mayor o menor medida por ese ambiente mediático.

¿Cuál cree que era la opinión mayoritaria de la sociedad sobre esos profesionales?

Yo creo que la visión que tenían quienes seguían unos procesos u otros era la de posicionarse a favor si estaban a favor del caso, o la de posicionarse en contra si estaban en contra del caso.

¿Qué percepción tenía usted entonces acerca de cómo valoraba la gente su propio trabajo como abogado?

Mi percepción era que yo contaba con el respeto de la gente. No me sentí nunca atacado ni ofendido en relación a ninguno de los temas en los que yo intervine como abogado. Ello me daba mucha tranquilidad, porque me hacía pensar que la gente me veía como una persona que sólo estaba implicada en hacer su trabajo lo mejor posible, con honestidad y adecuadamente.

¿Qué piensa de aquellos letrados que se implican total y absolutamente en cada causa?

En los casos en que los profesionales se implican tanto, acaban siendo parte del asunto. Y eso no es bueno. Los profesionales nos tenemos que implicar en la defensa de nuestros clientes, pero a la vez hemos de saber mantener nuestra autonomía mental y nuestro criterio personal.

"Los abogados nos tenemos que implicar en la defensa de nuestros clientes, pero a la vez hemos de saber mantener nuestro criterio personal"

Entiendo, sí...

El profesional se ha de implicar y ha de creerse la causa que defiende, porque si no sería muy mal abogado. Pero también ha de tener criterio propio y ha de saberse distanciar. Por lo que a mí respecta, hay cosas que me costaría mucho poder decir o defender. Con ello no estoy afirmando que no las pudiera hacer, pero me costaría más hacerlas y esa incomodidad se notaría más que en según qué casos.

¿El Derecho y la Justicia son lo mismo?

Le puedo decir que claramente no son lo mismo. La voluntad del Derecho es servir para impartir Justicia, pero son dos conceptos distintos, aunque lleven dos caminos paralelos.

¿Los juicios que vemos en las películas y series norteamericanas tienen algo que ver con nuestra propia realidad?

Bueno, esas producciones nos muestran esencialmente el sistema judicial anglosajón, en el que por ejemplo tiene mucha importancia la figura del jurado. Como usted sabe, esta figura también existe en España, pero su papel es más residual. Por otra parte, la escenografía y la puesta en escena de dichas producciones es igualmente muy particular.

Ah, de acuerdo...

Dicho esto, también es verdad que algunas cosas han acabado llegando finalmente a España, y además para bien, como por ejemplo la posibilidad de que un abogado pueda sentarse junto a su cliente durante la celebración de un juicio.

¿Podría poner, por favor, algún otro ejemplo de cosas en común entre España y Estados Unidos?

Sí, por supuesto. Nosotros, aquí, nos podemos acoger al derecho a no declarar, mientras que en Estados Unidos se pueden acoger a la quinta enmienda —que brinda protección contra la autoincriminación—. La diferencia estaría en que si allí renuncias a ese derecho y declaras, tienes que decir la verdad, mientras que aquí puedes decir lo que quieras si declaras, incluso puedes mentir.

"Aquí, nos podemos acoger al derecho a no declarar, mientras que en Estados Unidos se pueden acoger a la quinta enmienda"

¿Las películas judiciales españolas reflejan ya esas semejanzas y esas diferencias?

Algunas sí y otras no. En mi opinión, las peores son aquellas que intentan hacer una escenificación muy parecida a las de las producciones americanas, porque los juicios que nosotros hacemos en España no son como salen en dichas películas. Aquí no puedes ir, por ejemplo, proponiendo pruebas sobre la marcha.

¿Diría que la profesión de abogado es esencialmente vocacional?

Hay profesiones que son vocacionales, y la de abogado es sin duda una de ellas. Es muy difícil que siendo abogado te funcionen las cosas si no tienes vocación. Y pienso que en la judicatura pasa igual. Si uno quiere ser un buen juez y hacer bien su trabajo, no podrá cumplir adecuadamente su función si no tiene vocación.

¿Le hubiera gustado ser juez?

Me hubiera gustado, sí, pues me parece una profesión maravillosa, por la que tengo un gran respeto. Sin embargo, cuando tuve la oportunidad de poder prepararme para ello, con 22 años y recién licenciado, nos encontrábamos en 1976. En aquel momento, lo que muchas personas queríamos era vivir a pie de calle los cambios políticos que se estaban produciendo en nuestro país.

¿En todos los juicios puede haber situaciones inesperadas?

Bueno, hay casos en que lo llevas todo muy bien atado, pero el mismo hecho de que haya un juicio ya es mala cosa —sonríe—, porque ello quiere decir que hay una imputación y un principio de acusación. Además, la igualdad de armas procesales —derecho de las partes a un trato procesal igual, con idéntica posibilidad de ser oídas por quien ha de resolver— no existe, pues el sistema judicial da mucho más apoyo a la fiscalía y a la acusación que a la defensa.

¿En qué sentido?

En el sentido de que cuando la fiscalía o la acusación la está ejerciendo un poder del Estado, como pueda ser la Administración pública, cuenta con muchos más medios y recursos que la defensa.

"Es muy difícil que siendo abogado te funcionen las cosas si no tienes vocación. Y pienso que en la judicatura pasa igual"

¿La defensa no puede contrarrestar entonces esa situación?

La defensa sólo tiene un par de ventajas. Una es el derecho constitucional de su posible cliente a la presunción de inocencia. Y la otra ventaja es el principio in dubio pro reo, que significa que si un juez tiene dudas sobre la culpabilidad de un acusado, la sentencia debe favorecerle.

Veo que establece usted una clara diferenciación entre los jueces y los fiscales...

El juez es una persona imparcial, que está al margen del debate y que decide en función de las pruebas que se le presentan. El fiscal, en cambio, aun defendiendo el principio de legalidad, no deja de ser parte en un proceso, y como tal quiere que su punto de vista predomine y que su tesis prospere.

¿Hay cosas que aún le sorprenden en su propio día a día?

Sí, así es. Me siguen sorprendiendo muchas cosas que pasan. La perplejidad continúa siendo una parte integrante de mi vida. En mi profesión, a veces incluso he cambiado de criterio tras descubrir un punto de vista muy assenyat en alguna sentencia concreta. Como le acabo de comentar, creo que en España hay muy buenos jueces y que la formación judicial en nuestro país es muy potente a todos los niveles.

Hoy sigue existiendo la idea de que quien roba una gallina, entra en la cárcel, y de que un gran defraudador se libra de ella...

Es cierto que existe esa idea, pero me gustaría poder hacer ahora un par de puntualizaciones. La primera es que si a ti te encuentran robando una gallina, te han cogido con las manos en la masa. A partir de ahí, se podrá discutir si había una eximente de extrema necesidad, si esa persona merece una pena de prisión o si sería necesario cambiar la ley. Sin embargo, en el caso de un gran defraudador la situación es más compleja, porque se trata de un delito más sofisticado. Por tanto, la acusación tiene que demostrar que la conducta delictiva se ha producido y que ha habido voluntad o dolo. En ese contexto, la defensa tiene muchas más posibles vías de resolución en favor de su cliente.

¿La abogacía es casi como una especie de sacerdocio?

Yo siempre digo que soy abogado las veinticuatro horas del día, pero también soy pareja o padre de familia las veinticuatro horas del día. Con ello quiero decir que en cada momento enfatizo lo que toca. Así, cuando llega por ejemplo el fin de semana, procuro leer, ver alguna película o estar con mis nietos. Pero si un cliente me llama un sábado o un domingo y me expone un problema, le doy una solución, pues no creo en los compartimentos estancos en nuestra profesión.

"Soy abogado las veinticuatro horas del día, pero también soy pareja o padre de familia las veinticuatro horas del día"

¿Destacaría algo más en relación a este punto?

Destacaría que también creo que es muy importante que sepas gestionar todas estas situaciones tanto con tus clientes como con tus equipos. Esto me lo ha enseñado la vida y la experiencia. Los años que uno tiene cuentan mucho para esto —sonríe de nuevo—.

¿Ha resuelto alguna vez algún caso muy complejo estando a lo mejor de vacaciones?

La verdad es que sí. A veces he tenido también ideas muy buenas duchándome, conduciendo o hablando con alguien.

¿Continúa usted en activo?

Totalmente en activo. Consigo ajustar el tipo de trabajo que hago a mi actual momento vital. Antes hacía unas determinadas labores y hoy hago otras, pero sigo preparando escritos judiciales, estudiando mucho o visitando clientes. Por mi experiencia, sé cuando tengo que ir a un juicio, firmar una escritura, asistir a una reunión o estar con un cliente, pero hay muchas cosas que ya no las hago yo.

El gran filósofo francés Albert Camus decía que todo lo que sabía de la vida se lo había enseñado el fútbol...

Me parece una frase muy inteligente y brillante. Y además ya sabe usted que Camus era medio menorquín —apunta con orgullo—.

Usted fue abogado del Real Mallorca. En su caso, ¿qué aprendió gracias al fútbol?

En aquella época, Héctor Cúper me dijo dos cosas sobre el fútbol que luego puse en práctica en mi vida. Cúper es, además, una persona a la que yo admiro muho y que ama mucho su profesión de entrenador.

"Continúo totalmente en activo; consigo ajustar el tipo de trabajo que hago a mi actual momento vital"

¿Qué dos cosas le dijo Héctor Cúper?

La primera cosa que me dijo era que hay que tenerle mucho respeto a las cosas que para ti son importantes. En su caso, como sabe, el fútbol se lo había dado todo. Y la segunda cosa que me dijo era que si una cosa funciona, no hay que tocarla. Para Cúper, era muy importante tener a jugadores a los que les pudiera decir: "Juega bien, sé creativo, pero si tienes alguna duda, vuelve al esquema, porque es lo que te da seguridad". El Mallorca de Cúper jugaba con un esquema de juego predecible, pero muy contundente. Por eso funcionaba.

Y usted ha aplicado esa máxima en Buades Legal...

Efectivamente. A los abogados de mi equipo les digo que sean creativos y que tiren hacia adelante. Pero si ello no es posible, les pido que vuelvan a lo fundamental, que es escribir bien, leer sentencias y saber escuchar. La creatividad no está reñida con la seriedad de los planteamientos, pero hay que ser conscientes de que es muy importante consolidar lo que tienes y crear un esquema de trabajo y de organización que funcione. Si además eres creativo, avanzas aún un poco más.

¿Hay algo que le preocupe especialmente en el ámbito de la Justicia?

Me preocupa que la Justicia piensa cada vez más que el ciudadano es hoy más incapaz. No hay que olvidar que el sistema de la autonomía de la voluntad y la capacidad de decidir por parte de la persona eran los ejes de cualquier conflicto que pudiera haber. Pero poco a poco hemos ido infantilizando la condición ciudadana, y creo que esto es muy peligroso. En lugar de ir empoderando a la gente, la hemos ido desempoderando.

¿Qué diferencias ve entre la España de mediados de los setenta y la actual?

Si comparamos los valores actuales con los de la España de hace cincuenta años, vemos que la sociedad es hoy mucho mejor, porque ha evolucionado. Además, digan lo que digan, la gente es más tolerante. El concepto de convivencia ciudadana ha aumentado mucho, si bien también es cierto que últimamente el país se ha polarizado un poco. En mi opinión, lo único que estamos haciendo mal ahora es, como le decía, la huida de la responsabilidad, es decir, confiar en que los demás nos resuelvan nuestras obligaciones y nuestros problemas.

Usted es un gran defensor de la Transición...

Así es, pues en aquel momento los españoles escribimos nuestro destino, no nos lo escribieron. Nosotros dimos los pasos que condujeron a la modernización. En cambio, hoy en día mucha gente confía en que el sistema resuelva sus responsabilidades personales. Hemos creado un sistema híperproteccionista. Mientras esto lo gestione gente con mucho criterio, la cosa irá bien, pero si lo gestionan políticos como Donald Trump o Nicolás Maduro, supondrá un drama.

"Es muy importante crear un esquema de trabajo y de organización que funcione, y si además eres creativo, avanzas aún un poco más"

Ha puesto dos buenos ejemplos...

Si tú no quieres ser el dueño de tu destino y estás dispuesto a que esté en manos de una persona o de un grupo de personas que confías en que te lo resuelvan, estás renunciando a lo que caracteriza la responsabilidad del ciudadano, que es ser el dueño de su propia vida. Me refiero a una vida lógicamente vivida en comunidad, con obligaciones y, sobre todo, con capacidad de discernir.

¿La Justicia es siempre la última esperanza para quienes no tienen ya a donde acudir?

Así como los americanos dicen "in God we trust" —"en Dios confiamos"—, yo siempre digo "in Justice i trust" —"en la Justicia confío"—. Yo creo en la Justicia y creo en los tribunales. La Justicia es el último recurso que le queda al ciudadano, porque los tribunales dan solución a los conflictos. En el ADN de los jueces está impartir justicia y aplicar el derecho.

¿El sistema judicial cuenta, aun así, con los medios necesarios?

Yo creo que no. Si hay un poder del Estado mal dotado hoy en España, es el judicial. Necesitaría contar con más medios.

¿Qué se precisaría entonces?

Cuando digo que sería necesario que la Justicia contase con más medios, no me refiero sólo al número de miembros, pues cuando tú vas a un Juzgado, el aparataje es totalmente antediluviano. Casi todo es viejo y funciona mal, aparte de que no hay funcionarios suficientes.

¿Ve alguna posible solución a corto o medio plazo?

Yo comprendo que las leyes siempre van por detrás de la sociedad, que normalmente avanza más rápido, pero se debería mejorar sobre todo la operatividad. Si tú pones más recursos en la Justicia, resuelves muchos más problemas.

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