El colectivo de jóvenes independentistas catalanistas Arran (antes conocidos como Maulets) protagonizaron hace semana y media, concretamente la tarde-noche del sábado 22 de julio, un acto que ellos denominan de protesta contra el “turismo masivo que destruye Mallorca y que condena a la clase trabajadora de los Països Catalans a la miseria”. Aquel acto por razones desconocidas no tuvo trascendencia en aquel momento y por ello sus protagonistas lo han difundido a través de un vídeo colgado en las redes sociales. Queda claro, viendo el contenido de la filmación, que la acción fue perfectamente planificada y grabada desde distintos lugares, lo que pone de manifiesto una intención manifiesta de convertirlo en un acto mediático. Esto también lo confirma la rapidez con que desde algunos medios digitales próximos ideológicamente a Arran, buscaban las reacciones en los medios internacionales sobre lo ocurrido en el Moll Vell de Palma.
Estamos ante un acto de turismofobia perpetrado por la misma organización que recientemente ha llevado a cabo actos criminales en Barcelona, incendiando un autobús urbano y causando daños a bicicletas de alquiler, solo que ahora sabemos que el ataque al restaurante del Puerto de Palma y a algunos yates fue el primero de todos. Y es de suponer que no será el último, pues efectivamente con ellos unos grupos minoritarios consiguen una gran repercusión de sus actos, incluso en la prensa internacional. Y el daño que causan a la imagen turística es importante.
Las condenas se sucedieron, pero hay que decir que fueron de forma tímida y sin la contundencia que el caso exige. El Govern no se dignó ni a emitir un comunicado de prensa y despachó el asunto con unas declaraciones de la directora general de Turismo, Pilar Carbonell, criticando que se pusiera en riesgo a personas y bienes materiales. Y haciendo una alusión a la redistribución de los beneficios generados por el turismo, algo en lo que según dijo, ya trabaja el Govern, y que es algo que está fuera de lugar cuando se está ante actos vandálicos porque supone entrar en justificaciones con alguien que ha actuado al margen de la Ley.
Tampoco PSOE, Més per Mallorca, Podem o Més per Menorca han condenado el acto de Arran. Solo lo hicieron PP y Ciudadanos. Y es que ahora algunos quedan muy descolocados porque es difícil aplaudir o simpatizar con determinadas organizaciones partidarias de la independencia y de los Països Catalans y ahora, ante actos como este, condenar sus actuaciones.
El presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, criticó el acto de Arran. Y tras él, la delegada del Gobierno en Balears, Maria Salom, anunció que la Policía Nacional investiga el asunto. Y hace bien. Quizás hubiera sido mejor enterarse antes e intentar abortar los planes de Arran, teniendo en cuenta que parece claro que se trata de una acción coordinada entre los grupos de Barcelona y el de Palma. Y que esto exige una actuación contundente para evitar que hechos similares se repitan.



