El paradigma de la escuela del S. XXI ha cambiado. En eso creo que todos los que tenemos relación con el sistema educativo, estamos más o menos de acuerdo. Por ende, el título de este artículo parece obvio. Todos pensamos que enseñar es el leave motive de la escuela.
Pero, ¿y si no lo hace? ¿A qué se dedica la escuela? La respuesta es difusa, confusa y profusa. No obstante, la idea no es mía. Es de un compañero de profesión, inspector de educación que acaba de publicar un libro con este título y que estos días he podido leer con gran interés.
Y es que en base a este cambio de paradigma que se está produciendo en el sistema, parece que enseñar no está de moda, parece que la cultura del esfuerzo es algo pasado de moda, parece que transmitir conocimientos es algo superfluo u obsoleto, parece que la relevancia del profesor está sobrevalorada, y un largo etcétera de pequeños componentes del sistema que nos hacen vislumbrar un futuro tenebroso y oscuro.
Futuro que no está reñido con crear escuelas innovadoras en sus metodologías para poder acercar esos conocimientos de mejor manera al alumno. Y como ya he defendido en anteriores artículos, éste tiene que ser el verdadero epicentro del sistema y del proceso de enseñanza-aprendizaje. Pero muchas veces, ciertamente esas metodologías van en dirección contraria a los objetivos marcados.
Si nos centramos, por ejemplo en la aplicación efectiva de las competencias clave en el sistema educativo, ésta todavía dista lejos de la realidad actual. El sistema no está preparado ni para su aplicación en el aula ni mucho menos para su evaluación. Pero como señala el autor en uno de los capítulos de su ejemplar el problema no está en el fin sino en el camino que tenemos que trazar para llegar. Y para diseñar este camino todos los poderes públicos deberían tener clara la fisionomía del camino y dejarse de pamplinas y patochadas.
Sin duda, el abanico de preguntas abiertas y reflexiones que nos presenta el autor en el texto nos tiene que servir a los que nos dedicamos a esta noble profesión de enseñar a sacudirnos, replantearnos el objetivo y mirar al horizonte. Y lo más importante como en el final de toda película. El conocimiento sí importa.