El pequeño municipio mallorquín de Llubí se ha convertido en el centro del debate sobre la tenencia responsable de animales. Su nueva ordenanza de bienestar animal, recientemente aprobada por el pleno municipal, establece un límite de tres mascotas por vivienda dentro del núcleo urbano y sanciones de hasta 3.000 euros por incumplimiento. La medida busca equilibrar la convivencia vecinal, el bienestar animal y la salubridad pública, pero ha generado también controversia entre los residentes.
UNA NORMATIVA PIONERA EN MALLORCA
El Ayuntamiento de Llubí, ha decidido aplicar una de las normativas más estrictas de Mallorca en materia de tenencia de animales domésticos. Según la nueva ordenanza, las viviendas del casco urbano no podrán albergar más de tres animales de compañía, entre perros, gatos o especies similares.
En el caso de viviendas unifamiliares o fincas rurales, el límite se amplía a cinco mascotas, siempre que las condiciones del inmueble y del entorno lo permitan. El consistorio se reserva, además, el derecho a modificar esos límites si se detectan problemas de convivencia o de bienestar animal.
La norma responde a una preocupación creciente en municipios rurales: el incremento del número de animales domésticos sin control suficiente, lo que ha derivado en molestias vecinales, abandono, proliferación de colonias felinas y problemas de salubridad.
OBLIGACIONES Y RESTRICCIONES CLAVE
Control y esterilización obligatoria de gatos
Uno de los aspectos más destacados es la obligatoriedad de esterilizar a todos los gatos con acceso al exterior. El objetivo es frenar la reproducción descontrolada y facilitar la gestión de colonias felinas mediante el método CER (Captura, Esterilización y Retorno). Esta práctica, que se alinea con los principios de la Ley estatal de Bienestar Animal, busca una convivencia sostenible sin recurrir al sacrificio.
Prohibiciones específicas
La ordenanza también establece prohibiciones de acceso de animales a zonas infantiles, parques o espacios de juego, así como la permanencia prolongada en balcones o terrazas pequeñas, especialmente en viviendas inferiores a 50 m². Estas medidas pretenden evitar situaciones de estrés animal, ruido o molestias al vecindario.
MULTAS DE HASTA 3.000 EUROS
El régimen sancionador contempla tres niveles de infracción:
-Leves, con multas de hasta 750 €.
-Graves, de 750 € a 1.500 €.
-Muy graves, con sanciones que pueden llegar hasta los 3.000 €.
Superar el número máximo de animales permitido por vivienda se considera una infracción muy grave, y puede implicar, además de la multa económica, la reducción forzosa del número de animales o la retirada temporal por parte de las autoridades locales.
El texto legal incluye la posibilidad de sustituir ciertas sanciones por trabajos comunitarios vinculados a la protección animal, fomentando así una responsabilidad cívica antes que un castigo puramente económico.
UNA MEDIDA ENTRE LA CONVIVENCIA Y EL BIENESTAR ANIMAL
El consistorio defiende que esta normativa pretende garantizar el equilibrio entre el respeto a los animales y la convivencia vecinal. En declaraciones recogidas por medios locales, los responsables municipales subrayan que “tener un animal de compañía implica una responsabilidad que debe ejercerse con sentido común y en condiciones adecuadas”.
No obstante, la medida ha generado reacciones diversas. Mientras algunos vecinos consideran que ayudará a controlar el exceso de animales y mejorar la higiene en el pueblo, otros opinan que supone una limitación excesiva a la libertad de los propietarios responsables.
Las asociaciones animalistas, por su parte, piden que se aclare cómo se aplicarán los límites y qué plazos se concederán para regularizar situaciones de hogares con más de tres mascotas.
LLUBÍ, UN MODELO LOCAL QUE PODRÍA EXTENDERSE
Con esta ordenanza, Llubí se sitúa a la vanguardia de la regulación animal en Baleares, abriendo la puerta a que otros municipios adopten medidas similares. La norma coincide con el contexto de aplicación de la Ley estatal de Bienestar Animal, que refuerza el control sobre la cría, la identificación y el abandono, aunque sin fijar límites numéricos tan concretos por vivienda.
Desde el punto de vista institucional, el consistorio confía en que esta medida contribuya a reducir las incidencias vecinales y mejorar la gestión municipal del bienestar animal. En cualquier caso, el éxito dependerá de su aplicación práctica, del número de inspecciones y de la flexibilidad con la que se interpreten las excepciones previstas.
