Por mucho que digan públicamente los jugadores del Mirandés –¡qué otra cosa van a decir los pobres!- sobre su interés en ganar al Mallorca, su motivación y su moral no serás las mismas que si no hubieran descendido. De hecho el partido se va a parecer mucho al disputado hace un año para cerrar el campeonato en Valladolid con una única diferencia: la victoria garantizaba entonces la categoría y ahora puede servir o no. Ya se verá.
Hemos escrito otras veces que en la crisis económica, deportiva y social que aqueja al club y amenaza con su mismísima desaparición, han intervenido no pocos agentes externos y alguno no tan lejano. Aún cabe recordar la presencia de un representante de la Penyes en el consejo de administración de Utz Claassen, sus defensores en el consejo de administración, ninguno de los cuales se fue de vacío, y todos aquellos que, desde púlpitos o bancos, jalearon la labor destructiva del alemán y acogieron con alborozo la venta de sus acciones al inoperante Robert Sarver y su corte, a pesar de que no invitara a periodistas a viajar a Phoenix como hizo el teutón con destino Hannover. No hemos escuchado ni un solo acto de contrición al respecto, tal vez porque nadie está dispuesto a exponer su propósito de enmienda.
Me asusta oír, que no escuchar, a tanto predicador contrario a la corrupción, como no podía ser de otra manera, pero ante conducta tan generalizada y no exclusiva de ideologías, tendencias o partidos políticos, me viene a la memoria el pasaje bíblico de la mujer adúltera. Aborrezco la corrupción, pero quien esté limpio de ella en cualquiera de sus formas, que lance la primera piedra o soflama.