La reina madre de Tailandia, Sirikit Kitiyakara, falleció este sábado a los 93 años en el hospital King Chulalongkorn Memorial de Bangkok, víctima de una infección sanguínea que la mantenía ingresada desde mediados de octubre.
El Gobierno tailandés ha decretado un año de luto oficial por la desaparición de una figura central de la monarquía asiática, cuya vida combinó la influencia política, el compromiso social y una destacada proyección internacional.
Sirikit fue consorte del rey Bhumibol Adulyadej —Rama IX— durante siete décadas, en una de las monarquías más longevas del mundo. Admirada en su país y respetada fuera de él, desempeñó un papel decisivo en la modernización de Tailandia, impulsando proyectos rurales, de conservación ambiental y de recuperación de oficios tradicionales. Promovió la seda tailandesa hasta convertirla en emblema nacional y ejerció una diplomacia suave pero eficaz que consolidó la imagen de su país en el exterior.
VISITA A MALLORCA
En ese contexto, la reina visitó Mallorca acompañando a su esposo en una escala privada que combinó descanso, turismo y contactos culturales. La estancia dejó huella en la isla: Sirikit mostró un vivo interés por la tradición joyera local, en especial por las célebres perlas mallorquinas.
Fascinada por su proceso de elaboración, visitó los talleres donde se fabricaban y mantuvo encuentros con artesanos locales, convirtiéndose en una inesperada embajadora de la marca “Perlas de Mallorca”. Aquella visita, ampliamente recogida por la prensa de la época, contribuyó a reforzar la imagen de la isla como enclave distinguido y cosmopolita. Durante dos días visitó la Cartuja de Valldemossa, el Parlament, la fábrica de vidrio soplado Lafiore y la sede de Perlas Majorica en Manacor.
En esos años, Mallorca vivía un momento de esplendor como punto de encuentro del turismo internacional de alto nivel. Por sus puertos y hoteles desfilaban los emperadores del Japón, Hirohito y Nagako, los príncipes de Gales, Carlos y Diana, además de artistas, aristócratas y empresarios de medio mundo. La isla era entonces una escala obligada en el Mediterráneo para la realeza europea y asiática, un escenario de discreción y glamour que combinaba el sol balear con el prestigio social de sus visitantes.
La visita privada a Mallorca tuvo lugar tras la botadura, en 1996, del portaviones HTMS Chakri Naruebet en Ferrol, que ella amadrinó. Se trató del único portaviones fabricado por la industria naval española para otro país. Gemelo del portaviones Príncipe de Asturias, fue construido por la Empresa Nacional Bazán (hoy Navantia) y entregado a la Armada de Tailandia en 1997. La ceremonia de botadura, celebrada en 1996, fue presidida por la propia Sirikit, que bautizó el buque con el nombre de la dinastía Chakri, símbolo del orgullo nacional tailandés.
LUTO NACIONAL
El actual monarca, Maha Vajiralongkorn, presidirá las ceremonias fúnebres que culminarán con un funeral de Estado en Bangkok. Para Tailandia, Sirikit no fue solo la esposa del rey más venerado del país, sino una figura de equilibrio y continuidad, un icono de elegancia y devoción nacional.
En Mallorca, su nombre permanece ligado a una época dorada de la isla, cuando la aristocracia y las casas reales del mundo la elegían como refugio mediterráneo. Su paso, discreto pero recordado, forma parte de ese capítulo que unió el glamur internacional con la identidad artesanal y hospitalaria de la Mallorca de entonces.








