Con los resultados de la elecciones autónomicas en Cataluña, se despejan dos dudas, la primera, que es la normal de cualquier elección, es quién ha ganado, que en este caso ha sido, el Junts pel si, y la segunda que era una cuestión sin ninguna legitimidad jurídica, la de caracter plebiscitario, se ha convertido en una derrota para el independentismo.
Al margen de que en esta noche se diran muchas cosas, entre ellas, muchas tonterias, estas dos cuestiones anteriores no tienen vuelta de hoja. Si alguien quiere distorsionar los resultados cambiando votos por escaños, al margen de equivocarse y meterse en un lío judicial, es sencillamente un insconciente, Cuando la camara Catalana necesita 90 escaños para mover una línea del Estatut, que es mucho más de los escaños que todas las formaciones independetistas puedan juntar, como se les puede ocurrir pensar, que con menos del 50% de votos se puede proclamar una independencia unilateral.
El nuevo Gobierno Catalán que salga, después de los apoyos que consiga los partidos, ya que ninguno de elllos tiene mayoría absoluta, tendrá que empezar a gobernar los problemas reales de la gente: el paro, la sanidad, la educación, acabar con la corrupción etc. Lo de la independencia, pués a intentar convencer a más de 2 millones de personas que han votado en contra, pero en ningún caso imponerles nada. Que cuanto tiempo les puede requerir eso, pués ni lo sé, ni me importa, pero es lo que hay.
Un hombre, un voto, esa es la máxima de la democracia, no valen los subterfurgios, ni trampas, ni argucias posibles. Pero repito todo esto no deja de ser una hipótesis, porque legalmente, la Ley está por encima de todos y esto no eran unas elecciones plebiscitarias sino autonómicas.
