“- Si yo le diera a un general la orden de volar de flor en flor como una mariposa, o de escribir una tragedia, o de transformarse en ave marina y el general no ejecutara la orden recibida ¿de quién sería la culpa, mía o de él?
- La culpa sería de usted –le dijo el Principito con firmeza”.
Utilizar la inmortal obra de Saint-Exupéry para hablar de nuestra actualidad política hace que me sienta sucio, porque ni la bella narración ni sus eternos personajes merecen este manoseo.
Pero lo cierto es que esta conversación entre el Rey del asteroide 325 y el Principito nos permite ilustrar la chusca y cuartelaria realidad política que estamos sufriendo en nuestra Comunidad.
El Rey de nuestro archipiélago, cegado en su cruzada contra todo aquello que nos hace diferentes de las pulquérrimas y celebérrimas tierras castellanas, ha optado por una estrategia de confrontación directa.
Ha laminado las instituciones autonómicas, ha desobedecido y se ha burlado del TSJIB, desoyendo toda cuanta llamada al diálogo y al sosiego se le ha planteado.
La gran mayoría de los agredidos políticamente no ha podido o no ha querido resistirse. Ha sucumbido a las acometidas de Joserra y su reducido pero envalentonado grupo de fieles infantes henchidos de amor patrio y ardor guerrero.
En esas acometidas no ha reparado en medios, ni le han importado las víctimas causadas por fuego “amigo”, alcalde de Palma incluido.
Es cierto que le ampara una mayoría de votos en las urnas y una mayoría parlamentaria. Pero eso no implica que le apoye la mayoría de la población dándole carta blanca para hacer lo que quiera, cuando quiera y como quiera. Los ciudadanos eligen a un President, no a un déspota. A veces eso se les olvida.
El drama del TIL no es más que la condensación del despropósito de la presente legislatura.
Bauzá y su tropa enfebrecida de éxitos que solo ellos se cuentan y solo ellos se creen avanzaron de forma decidida contra el TSJIB hace un año. El TSJIB frenó su avance y Bauzá, sabiéndose fino estratega, pensó hallarse ante una maniobra de fijar al enemigo y desbordarle por los flancos.
Y mediante un Decreto-Ley creyó haber burlado al TSJIB, riéndose públicamente del poder judicial durante un año.
Ahora el TSJIB ha declarado nulo de pleno derecho el esperpéntico experimento lingüístico. Ya es nulo jurídicamente lo que antes era nulo pedagógicamente. Los daños colaterales son considerables.
Ya dije hace casi un año que el despropósito del TIL le costaría la cabeza a la peor Consellera que se recuerda, la memorable Camps. Ha sido tan incompetente que casi produce ternura o, si quieren, conmiseración. Perdió hasta la última gota de su crédito político defendiendo histriónicamente un proyecto que no entendía y a un presidente que simplemente la ha utilizado como escudo humano frente a las críticas.
Bauzá cesó a Bosch por desobediente y ahora cesa a Camps por obediente. Todo un ejemplo de cordura y coherencia.
Al amparo de un objetivo loable, como es incrementar las competencias lingüísticas de nuestros alumnos, compartido unánimemente, Bauzá ha enviado a sus generales a destruir el consenso educativo, el consenso lingüístico, pasando por encima de la UIB, del TSJIB, de los sindicatos, de los profesores, de los padres y de más de 100.000 personas que salimos a la calle a pedirle prudencia y reflexión.
Ha perdido la batalla, y posiblemente la guerra, dejando a sus huestes frente a un espejo que solo les devuelve una imagen esperpéntica de ellos mismos, exhaustos y derrotados no por las urnas sino por su propia voracidad destructiva. Tanta sumisión y tanta mediocridad han dejado al Rey desnudo.
Camps ha sido la víctima política de esta debacle. Las víctimas reales son los miles de alumnos y padres que han estado en medio del ataque enloquecido de este Govern contra nuestro sistema educativo. Reformar y mejorar sí. Dinamitar desde sus cimientos no.
Sin embargo, el caudillo de esta tropa pretende salir incólume de la catástrofe. Dado que jamás, ni una sola vez, ni un solo minuto, se ha sentado con ningún representante sindical en esta polémica educativa, pretende que el tsunami pase de largo y ni siquiera humedezca su capitalino pelo engominado.
Como le recuerda el Rey del asteroide 325 al Principito, “la autoridad se apoya antes que nada en la razón”.
Ni la razón jurídica ni la razón pedagógica han acompañado a Bauzá, que dio órdenes no razonables y eligió mal a sus generales.
Deja caer a Camps como víctima propiciatoria, como si fuera responsable de haber incumplido una orden imposible, cuando no hacía más que obedecer. Bauzá le pidió a un general sin alas que revoloteara de flor en flor, que se convirtiera en ave marina. Y es bien sabido que los generales sin alas no saben volar. ¿De quién es la culpa?