Genios del trinque

Muchas de las formas de delinquir, en el ámbito de la administración, han sido exploradas con profusión; algunas, sin embargo, siguen siendo poco conocidas para el ciudadano de a pie.
En los últimos años afloran a través de los medios y por las múltiples causas judiciales abiertas, acciones realizadas por políticos, que en los ámbitos de su competencia toman decisiones destinadas a generar comisiones y mordidas. Son prácticas corruptas, despreciables, más antiguas que la propia humanidad.
En realidad, solo en democracia se regulan los procedimientos administrativos que establecen los límites entre el delito y la legalidad tal como los conocemos. Sin embargo, solo en las democracias de calidad se persiguen las prácticas corruptas con contundencia y se las castiga. Solo en las democracias consolidadas se las previene con medidas de transparencia y con sólidos principios morales y de ética personal. Opino que siendo muy frecuentes, demasiado frecuentes, no son ni las más importantes ni las más extendidas.
Nada es lo que parece. Existen otras prácticas corruptas, sofisticadas, en la que se implican trabajadores públicos, realizadas por verdaderos profesionales del trinque. Son tanto o más lesivas para el interés general, que los delitos económicos propiamente dichos. Pasan fácilmente desapercibidas; es un ejercicio de genios del trile.
En este fin de legislatura, con un escenario electoral muy abierto, con apuestas de futuro inciertas, se visualizan más que nunca movimientos destinados a consolidar situaciones de privilegio personal muy poco edificantes.
No se confundan. Son acciones de autobombo que empiezan y terminan en la utilización maniquea de las organizaciones públicas para la promoción personal. Acciones, al fin y al cabo inmorales, de personas que patrimonializan y utilizan las instituciones en su propio beneficio y se reorientan ante una potencial situación de cambio político.
También es el momento tradicional de los recogedores de firmas utilizadas como herramienta de consolidación de ventajas concedidas por sus superiores. Es el tiempo de los cambios de cromos; de los nombramientos con resoluciones administrativas de dudosa legalidad e inequívoca falta de moralidad. Es el momento de los truhanes.
Todos estos gestos debilitan la administración, fomentan el clientelismo e impiden el fortalecimiento del estado del bienestar.
Algunas de estas actuaciones, en el ámbito de la salud, rozan el ridículo colectivo. Nunca en la profesión, se había visto este nivel de genuflexión.
Cosas veredes, amigo Sancho.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias