La dirección de Junts per Catalunya ha aprobado este lunes romper definitivamente su pacto de investidura con el PSOE y retirar su apoyo al Gobierno de Pedro Sánchez.
La decisión, adoptada por unanimidad en una reunión celebrada en Perpiñán (Francia) y defendida por el propio Carles Puigdemont, supone un golpe directo a la estabilidad de la legislatura y deja al Ejecutivo socialista sin la mayoría parlamentaria que lo sostiene desde 2023.
Según explicó Puigdemont tras la reunión, el Gobierno “ha incumplido los compromisos adquiridos con Cataluña”, entre ellos la plena aplicación de la Ley de Amnistía, la transferencia de competencias en materia de inmigración y el reconocimiento del catalán en la Unión Europea.
🗣 President @KRLS Puigdemont: “Passada la primera meitat de la legislatura de Pedro Sánchez, constatem que no hi ha la confiança suficient en l’àmbit polític. La desconfiança és la mateixa. El PSOE no ha tingut la voluntat política d’executar els acords establerts, com tampoc ha… pic.twitter.com/VvZeEaE5Qt
— Junts per Catalunya🎗 (@JuntsXCat) October 27, 2025
“No estamos dispuestos a seguir ayudando a un Gobierno que no ayuda a Cataluña”, ha declarado el expresident de la Generalitat, que ha calificado de “agotada” la vía de diálogo con Madrid.
El acuerdo de investidura, firmado hace dos años, permitió la reelección de Sánchez gracias a los siete diputados de Junts en el Congreso. A cambio, el Ejecutivo se comprometió a avanzar en el reconocimiento político del conflicto catalán, a impulsar medidas de autogobierno y a facilitar una “resolución negociada” del contencioso.
Sin embargo, el partido de Puigdemont considera que la Moncloa “ha dado por cerrada la legislatura sin cumplir ni una cuarta parte de lo pactado”.
Desde el Gobierno central, la respuesta ha sido prudente. Sánchez ha evitado la confrontación directa y ha defendido que su gabinete “ha cumplido lo que depende de él” y que seguirá “trabajando por la convivencia y la estabilidad”.
No obstante, la ruptura deja al PSOE en minoría en el Congreso y abre un escenario incierto que podría desembocar en elecciones anticipadas si no logra recomponer apoyos.
La decisión de Junts, tomada simbólicamente en territorio francés, refuerza el perfil soberanista del partido y reaviva el conflicto político con el Estado. Además, el movimiento tiene implicaciones en la política autonómica y en la financiación territorial, dado que la pérdida de apoyo parlamentario puede ralentizar las reformas anunciadas por el Ejecutivo central.
En el horizonte se abre una etapa de máxima tensión política: Sánchez pierde a su socio más incómodo, pero también al más decisivo; y Puigdemont vuelve al primer plano de la política española con una jugada que coloca a Moncloa ante la disyuntiva de resistir o convocar urnas.








