Nuestro joven ministro de férrea voluntad revolucionaria y respetabilísimo talante trotskista, está dejando de lado las cosas de Cultura y Patrimonio para centrarse en lo que verdaderamente interesa: “¿Y que va a pasar conmigo?”.
Indicaba hace unas semana que las guarrerías que arrecian, no afectarían en principio a Cultura. El asunto de las subvenciones y cargos a dedo, concedidos y dictados según el pelaje afín al talante del muchacho es un asunto aparte.
El otro día, en HERRERA EN COPE, me preguntaban sobre la opinión que me merecía el ministro de cultura. Siendo de natural, montaraz y bocazas, mi Ángel de la Guarda y El Arcángel San Gabriel, patrono del Cuerpo Diplomático, intervinieron prestos como en un Duet de Frank Sinatra y Julio Iglesias y respondí con un lacónico “No creo que este señor sea el más indicado para esta cartera”, sin entrar en más detalles.
Entiendo que en su faceta coyuntural de portavoz del partido-socio y con la que está cayendo (y más que caerá morena), nuestro ministro por cuota esté preocupado haber como acaba todo este asunto que si bien, no ha hecho más que empezar, parece que puede terminar como el lector imagina o espera.
Lo malo de esta movida es que en un hipotético Juego de Tronos, nuestro joven ministro no sufrirá la casquivana suerte del baile de sillas, sino que la formación a la que pertenece va a sufrir una auténtica degollina por aquellos a los que traicionaron, y que son más rencorosos que los filisteos. Los filocomunistas asamblearios se están frotando las manos ante el debacle de los neocomunistas en los que milita nuestro muchacho, en un tradicional “Aquí te espero, camarada” tan propio de los partidos hermanos. Gracias a Dios las purgas, actualmente ya no son como las de Nikolái Yezhov , quien dirigió el NKVD (Comisaría del Pueblo para Asuntos Internos).
La cuestión es que de momento, parece que los museos van a estar tranquilitos una temporada o como decía hace semanas el patrimonio no da rédito político o como dicen los catalanes “Ara no toca”.
A mi me da, y llámenme maledicente, que por los rostros de cabreo de la última comparecencia del grupo de colegas, que la cosa que les preocupa es saber cual será la puerta giratoria más adecuada para la tocata y fuga.
Está claro que en el Instituto Cervantes de Budapest el muchacho no va a acabar: No habla húngaro y con Orbán no creo que se lleve. Tampoco creo que pueda retomar su carrera como eurodiputado: Como decía las venganzas cainitas de los zurdos son temibles. Como no ha escrito nada, tampoco creo que le de por unas memorias y menos que le den el Premio Alfaguara de Novela, porque hasta para escribir hay que ser constante y no inconcluso.
Si se creen que lo que puede venir es tranquilizador en cuestiones de Cultura y Patrimonio, no lo tengo tan claro. Vamos, que no tengo nada claro que piensan hacer o si ni siquiera van a hacer algo y todo continuará igual que como lo dejó el anterior, que es lo que suelen hacer los de Genova cuando no tienen NPI del negociado.
¡Tantos proyectos truncados e inconclusos! Una verdadera lástima.
Jorge Llopis Planas
Director de Pecadosdelarte.com