Habanera

El anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los EEUU y Cuba, tras más de 50 años de guerra fría entre ambos vecinos, unido al probable fin del embargo económico sobre la isla -usado como pretexto por el castrismo para camuflar su inoperancia- supone una bocanada de aire fresco en el enrarecido clima mundial, donde todavía quedan un puñado de dementes al frente de algunos estados, como Corea del Norte, Venezuela, Irán y algunos países africanos de los que ni siquiera oímos hablar.

Conozco Cuba desde hace más de 16 años e, indirectamente, casi desde que nací, pues la numerosa familia de mi abuela emigró allí a principios del siglo XX. Tras la diáspora que generó la dictadura castrista, hoy todos los cubanos en cualquier rincón de la tierra están de enhorabuena. Y, aunque ya sé que la disidencia concentrada en la Florida probablemente interprete estos hechos como un regalo al castrismo, lo cierto es que a nadie puede escapar que este es el principio del fin, la caída del muro caribeño que ha de dar paso a una transición democrática y a una revolución económica que transformará la limitada vida diaria de los cubanos, en unas décadas, en una de las más prósperas del área, sin duda.

El cubano medio es un individuo inteligente, crítico y con un revestimiento que bebe de las raíces españolas y de la profunda influencia de la cultura norteamericana. Me llamaba la atención, al entablar conversación con muchos de ellos, que tuvieran más conocimiento de la historia y la cultura española que bastantes de mis compatriotas.   

Entendí desde el primer momento la dimensión del trauma que ocasionó en la España de 1898 la pérdida de "nuestras hermosas Antillas". Cuba rezuma cultura, arte, inteligencia e hispanidad.

He crecido leyendo en familia cartas interminables de nuestros familiares, que pasaron de ser auténticos "indianos" con una considerable fortuna en los años cincuenta, a vivir con muchas privaciones desde el advenimiento del régimen comunista. Ese fue el logro de la revolución, que no trajo la liberación de las clases trabajadoras, sino el empobrecimiento de todos los cubanos, salvo los jerifaltes del partido.

Cuba es, y a la vez tiene, una enorme oportunidad. Si se produce la apertura y los españoles estamos preparados para ello, será fácil aprovecharla, porque nos entendemos a la perfección con sus ciudadanos, probablemente más que con cualesquiera otros de naciones hispanoamericanas. Solo hace falta acompañarles generosamente en esta transición, haciendo valer nuestra experiencia -hoy tan injustamente cuestionada- y esperar que conquisten las libertades de las que jamás pudieron disfrutar y los derechos, como la propiedad, de los que fueron injustamente privados. Un gran regalo de Navidad que, además, cuenta con el marchamo del cada día más gigante Francisco.

Suscríbase aquí gratis a nuestro boletín diario. Síganos en X, Facebook, Instagram y TikTok.
Toda la actualidad de Mallorca en mallorcadiario.com.

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Más Noticias