nicolás moragues, autor de "Diario de un policía nocturno"

"Hacemos de gato y ratón pero acabas entendiendo al yonki y al travesti"

Lleva años patrullando la ciudad y viviendo situaciones surrealistas. Es policía local de Palma y su turno es la noche. Son cientos las historias curiosas e hilariantes que el agente e historiador Nicolás Moragues ha ido registrando en su libreta y ahora, en plena intemperie editorial, saca una recopilación de las más graciosas en su libro "Diario de un policía nocturno".

Es usted un valiente y un privilegiado. En los tiempos que corren sacar un libro...

Pues sí. Es mal momento para la literatura pero este libro es especial porque es muy de aquí, muy local, y eso ayuda de cara al público. Creo que tiene un respaldo especial porque la gente se siente identificada.

¿Qué es más: policía, historiador o escritor?

Mi vocación es historiador -tengo el doctorado- pero por circunstancias de la vida acabé de policía. Y la verdad, creo que todos los trabajos son buenos y divertido. Lo bueno de ser policía es que cuando comienzas un servicio no sabes lo que te depara la noche. Tú estas para ir solucionando los problemas que van surgiendo e improvisar. Esa falta de monotonía es lo que engancha.

¿En qué momento decide escribir el libro?

Pues es un cúmulo de cosas. Como historiador que soy he ido registrando todas las historias, luego las ganas de "cotillear" de la gente, es "a ver, cuéntanos qué ha pasado últimamente".

Pero habrá una historia que activase el detonador...

Sí, fue una noche en la que llegué a pensar que llovían coches. Resuta que apareció un coche totalmente accidentado, con el eje partido, en mitad de un calle y ningún coche de los de alrededor presentaba ningún rallón. Es más, no había ni un solo signo de que ahí hubiese habido un choque. Por eso llegué a la conclusión de que tenía que haber caído del cielo.

¿Y qué pasó realmente?

Pues que muchas calles más atrás, un borracho al salir de un bar dio marcha atrás y con la bola enganchó este otro coche. Inició la marcha haciendo eses y el coche de atrás fue pegando con todo lo que pillaba, hasta que llegó a la avenida ancha y se da cuenta que lleva un coche enganchado. Así que empieza a dar volantazos, lo suelta y se marcha.

Con la que más se ha reído.

Muchas. Es que hay momentos en los que guardar las formas es muy difícil. Recuerdo un accidente bastante violento pero sin heridos. Una persona ebria al volante cochó contra un bus de la EMT. Se saltó un semáforo en rojo, doble línea continua amarilla y un disco de prohibido girar. El tema es que él me reconocía que iba cocidísimo pero que la culpa era del conductor del autobús por no haber frenado al ver que en el coche conducía un borracho. Y mientras me lo intentaba explicar, los otros ocupantes van y ponen la radio a tope y se ponen a bailar en medio d la calle.

¿Cuántas veces habrá tenido que escuchar lo de que los municipales son unos chulos, altivos y prepotentes?

Muchísimas, pero como en todos los gremios, ¿no? Con 900 agentes en Palma, las estadísticas dicen que alguno habrá. Además, ser una autoridad supone que en ocasiones te miren mal. Es más, cuando le tocas el bolsillo a alguien -como pasa con nosotros- tienden a mirarte mal.

¿Hay que encajar muchos insultos?

Todo depende del nivel de embriaguez del individuo. Les pides que mantengan la compostura pero algunos van muy borrachos y es imposible. Así que dejas que te insulten y ya está.

¿Palma es conflictiva?

Sí y no, todo despende de con qué se compare. Pero creo que no es tan fiero el lobo como lo pintan.

Usted trabajó de municipal antes en Sóller. ¿Dónde es más fácil ejercer de policía?

Hombre, Sóller es más pequeño. Ahí eres el agente Nicolás Moragues, todos te conocen, así que ser contundente es más difícil. Lo eres cuando hay que serlo pero cuesta más.

¿Se pasará al día en algún momento?

Lo intentaré porque voy a ser papá pero dudo que me lo pase tan bien como en mi turno actual. Palma de noche es un submundo. Cuando la gente normal se va a la cama, aflora esta otra realidad con sus leyes, reglas y códigos. No lo quiero justificar pero para opinar hay que conocer y cuando te metes en esos ambientes y aprendes a convivir con esta gente, acabas comprendiendo lo que ocurre. Podemos jugamos al policía-ladrón, al gato-ratón en la calle pero  luego coincides tomando un café con alguien que detuviste hace días y entiendes ciertas cosas de ese yonki, travesti y prostituta.

¿Deberíamos preocuparnos por algún fenómeno en concreto en Palma?

Por lo pronto no lo creo. Quizás ahora me he mimetazo y no lo veo tan conflictivo para llegar a pensar que hay un grave problema.

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