Esta semana comenzó con una triste preocupación, un desasosiego interior, un nosequé... A raíz de mi artículo del pasado domingo un cariñoso lector me ha dicho que soy un «impresentable, maleducado y malhablado» y que mi «escrito» le provoca «vomitera». Lo de malhablado se lo compro, es verdad. ¡Qué cojones, esta es una puta columna de opinión en la que se dicen palabras, palabros y palabrotas, coño! Insisto por si alguien aún no se habla dado cuenta. Espero que el buen lector se haya repuesto del soponcio. Dicho esto —y sin que sirva de precedente—, comienza la columna de hoy, trufada de prosa relamida en la que la ausencia de la palabra gruesa causará un hondo vacío, una sima oceánica, en el corazón de aquellos que se sumerjan en su lectura.
Celebro el poder sentir los pajarillos de la alegría de la mañana revoloteando en mi pecho con sus trinos de felicidad primaveral. Su aleteo colma mi alma de un frenesí que quiere gritar «sí, sí, la Humanidad merece un nuevo amanecer». Recordarán como la semana pasada se estremeció algo en lo más hondo de mi ser. No lograba entender la razón por la que el Ayuntamiento de Manacor no quería colgar una pancarta solidaria de la lucha contra el cáncer. ¿Acaso la noble lengua castellana hería a la alcaldesa Catalina con su sola presencia? ¿Qué dolor le causa la eñe? Tanta desazón me mantuvo en vilo. Y así hubiera sido en los meses venideros de no ser por la presta decisión de Catalina, que con un esfuerzo digno de un titán y la gracia de una venus supo rectificar para colgar la pancarta. Qué ser tan magnánimo, tan desinteresado por el bien común. Loas eternas reciba aquella que ha renunciado a imponer la lengua de Pompeu Fabra por una causa solidaria. Aleluya.
Uf... Ya me he cansado. ¡A tomar por culo! No he aguantado más de un párrafo. Soy débil. La culpa la tienen los libros.... Los que me siguen en redes sociales saben que últimamente he estado muy pesadito porque ando de promoción de mi nueva novela. Sí, lo sé, los escritores somos insufribles. Además me sulfuro con cualquier cosa. A ver, todo el mundo tiene derecho a escribir y a que le publiquen un libro. Lo que sucede es que hay comentarios y hechos que no acabo de entender. Y les cito tres ejemplos.
Leo muy flipado —nunca me he puesto de peyote, sospecho que no debe de ser muy diferente— el alucinógeno titular de Última Hora: «Voy a escribir un libro y seré más famosa que Madonna». Lo dice Sonia Vivas, número 2 del podemita Alberto Jarabo al Ayuntamiento de Palma de cara a mayo de 2019, exagente de la Policía Local, jefa de un chiringuito ad hoc de funesto nombre: Unidad de Delitos del Odio, algo así como la Policía del Pensamiento, cosa que suena a Lubianka que te cagas. Asegura tener «una oferta de una importante editorial de la capital de España para contar toda la verdad sobre mi vida. Lo voy a contar absolutamente todo». Cosas así hace que personas honradas nos echemos a la botella.
El segundo zapatazo literario no ha sido menor. La editorial Pagès Editors ha publicado Després del procés, què? Reflexions de la generació que ve. La cosa va de recopilar opiniones de jovenzuelos indepes, que ellos creerán que debe de ser algo muy sesudo e interesante. Prologa el libro Jordi Cuixart, la cabra montesa de los Patrol de la Guardia Civil... Bueno, vale. Lo mejor es el epílogo a cargo de Valtonyc, el que quiere hacer saltar por los aires los mismos Patrol a los que se encarama Cuixart. Espero que se coordinen para no hacer las dos cosas a la vez, no vaya a ser que Valtonyc envíe a la puta mierda a Cuixart de un bombazo. Confieso que no he leído el texto de Valtonyc, pero si escribe como rapea y repite las mismas chorradas como su amor incondicional por el demócrata Stalin, tiene que ser una basura del tamaño de la colina que ya asoma en Son Reus. Tal vez me equivoco y nos hallamos ante un literato. Va a ser que no.
Y el tercero es droja dura... Arnaldo Otegui, ese hombre de paz, ha prologado la Autobiografía de Angela Davis (editorial Capitán Swing). Davis es el sueño húmedo del marxismo: afiliada al Partido Comunista, mujer, negra, lesbiana, acusada de secuestro y asesinato, Pantera Negra, feminista, amiguilla de fundamentalistas islámicos, Premio Lenin de la Paz en la Unión Soviética... Vaya, una joya. Desde luego, sus tempranas memorias —las escribió en 1974 con tan sólo 28 años de edad— son plato gurmé, un testimonio de la locura que se apoderó del planeta en la década de los años 70 del pasado y convulso siglo XX. Pero lo de cascarle un prólogo de Otegui...
Y a la fiesta editorial se suma Pedro Sánchez, el hombre encantado de haberse conocido... Tiene unos cataplines que si se los pintan de colorines parecen las pelotas de baloncesto de los Harlem Globetrotters. ¿No va el tío y se marca unas memorias a los seis meses de llegar a la Presidencia? No ha entendido que a él no le van a dar el Nobel al año de mandato como le pasó a Obama. Manual de resistencia, se llama el libro, una especie de Mein Kampf progre que viene a explicar cómo conseguir quedarte sentado en la silla sin que te duela demasiado todo el daño que los indepes te han hecho por la retaguardia.
Sí, ya sé que me pongo a hablar del libros y me vuelan los párrafos. Y ustedes se aburren... Pongamos algo de color para ir acabando. Maravillosa la fotografía de conseller de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, Vicenç Vidal, y su homóloga catalana, Teresa Jordà. Se han marcado un Bonnie & Clyde catalufo, los dos juntos contra Europa. Les aseguro que yo no les paso la mandanga, lo han dicho ellos: han acordado en Barcelona unirse en un «lobby de Països Catalans» para abordar la reforma de la política agraria común (PAC) y el modelo de gestión pesquera. Y Vidal se ha hecho la fotico con el churro amarillo en la solapa para que quede claro, que vamos a Barcelona y tenemos que rendir la pleitesía propia del súbdito paleto que visita la capital del Imperio.
Ahora les hablaría de... Yo qué sé, ¿les parece poco lo de hoy? No estoy para otras historias...