Hipocresía social

Padres, profesores, alumnos y administraciones andan estos días con el miedo en el cuerpo ante el inminente inicio del curso escolar. Los datos de la evolución de la pandemia son descorazonadores, la sensación de que las administraciones no son capaces de garantizar la seguridad sanitaria en las aulas es tremenda, los profesores no lo ven nada claro, y muchos padres se plantean incluso si deben llevar a sus hijos a clase cuando empiece el curso.

Desde luego, los datos epidemiológicos de la próxima semana centrarán el tema de cara al arranque del nuevo curso, con una muy alta probabilidad de que una vez iniciado vayamos asistiendo a un goteo de aulas que se cierran por la presencia de positivos.

Está claro que en este aspecto lo primero debe ser la seguridad máxima. Aquí no hay debate entre sanidad y economía. El debate es otro: qué educación se pierden los alumnos si hacen parte del curso desde casa, y si todos lo harán en las mismas condiciones.

La hipocresía vuelve a hacer acto de presencia en estos días de dudas y de temores. Ahora resulta que los profesores no ven garantizada su seguridad ante la posibilidad de que les contagien sus alumnos, y los padres no quieren poner a sus hijos en peligro, no vaya a ser que en el centro educativo les contagien y se lleven el contagio a casa donde hay personas mayores.

Son los mismos padres y los mismos profesores -ahora tan y tan preocupados y conscientes del problema - a los que yo preguntaría si desde que nos soltaron a la calle han hecho todo lo posible por protegerse y por proteger a los demás. Si son los mismos padres y profesores que han expuesto a sus hijos en reuniones con no convivientes sin mascarillas, sin distancia de seguridad y permitiéndoles besos, abrazos y juegos con otros niños.

¿Estos padres han hecho todo lo posible para evitar que sus hijos hicieran reuniones de amigos en la playa? ¿Han mantenido largas conversaciones a orilla del mar con aquellos vecinos de segunda residencia a los que no veían desde hacía un año, y lo han hecho sin mascarilla? ¿Seguro que no han organizado ninguna cena con amigos y familiares en la más absoluta intimidad de su domicilio y desde luego sin observar las recomendaciones? ¿Han dado media vuelta hacia casa si han salido y se han dado cuenta de que se han olvidado la mascarilla?

No hemos hecho todo lo posible desde nuestra individualidad durante el verano y ahora exigimos medidas contundentes porque el niño correrá peligro en el colegio. Nos hemos relajado todos durante los dos últimos meses y ahora ponemos el grito en el cielo. Toca hacer examen de conciencia y no nos queda otra que confiar.

Examen que también deberían hacer las autoridades, Gobierno central y autonómico, que no han sabido parar la sangría hasta el punto de que ya admiten que se les ha vuelto a ir de las manos ante unos datos que en Baleares no habíamos visto durante toda esta situación.

Francina Armengol ya ha reconocido que ha cometido errores. Sí, pero no ha asumido ninguna responsabilidad. Hay que asumir responsabilidades políticas cuando se cometen errores. La sociedad no parece haber estado a la altura en las actitudes individuales y colectivas, y los dirigentes políticos es obvio que tampoco. O no han estado o se han puesto de perfil. No estamos ni para bromas ni para volver a los palos de ciego.

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