De nuestra adicción por la tecnología, ordenadores y pantallas se ha escrito ya casi todo. Y sí, uso la palabra 'adicción' porque así se percibe, como un uso negativo: estamos 'enganchados', ¿verdad?
Primero: si se trata de un comportamiento generalizado deberíamos hablar de epidemia, término más propio para las enfermedades extendidas entre la mayor parte de la población, pero no es así. Hablamos de adictos individuales, no en conjunto, porque nos involucra menos. Segundo: nos empecinamos en buscar el lado negativo sin reparar en los beneficios que nos ha traído, lo que suele habitual. Y tercero: ¿qué tiene de malo una pantalla?
Si hemos sido capaces de idear esta tecnología para hacernos la vida más fácil, condenar este mismo avance en cualquiera de sus versiones es pura hipocresía, 'postureo' social, nada más. Hoy mandan las pantallas, amigos: buscamos aquí una dirección y cómo llegar en coche, compramos aquí nuestra ropa, solicitamos cita previa en el centro de salud y en hacienda, sacamos los billetes de avión y el certificado de residente, jugamos, interactuamos en redes, whatssapeamos... y hasta leemos las noticias. Ahí quería llegar!
Un servidor, que se niega todavía a leer novelas en formato digital (me sigue atrapando el tacto y el olor de las páginas de papel...), ha entendido que la fuerza de la prensa digital es imparable, un tsunami que cambiará para siempre la forma de hacer y entender el periodismo. Hoy las noticias tienden a ser las mismas que antes, pero hay que contarlas muy rápido y muy bien. En cierto modo, sucede lo mismo que hace 50 años: la prensa tenía que ser veloz, clara... Lo que ha cambiado es la magnitud: ser veloces hoy significa contarlo al instante, bucear como nunca para encontrar un hecho que quebrante la normalidad y exponerlo públicamente. Dicho así parece sencillo, ¿verdad? Bien, pues esa es la sencillez con la que trabajamos en menorcadiario.es y con la que queremos servir a nuestros lectores. Fácil. Sin artilugios. Eficazmente.
