Hung Parliement

La traducción directa del titular sería "parlamento ahorcado" que es como llaman en el Reino Unido a aquel Parlamento cuya composición hace indispensable la necesidad [...] de formar una coalición de gobierno.

Los más de un centenar de sondeos publicados, durante los últimos seis meses por los institutos demoscópicos del Reino Unido, han vaticinado todos ellos un empate técnico entre conservadores y laboristas, coincidiendo además en que ninguno de los dos grandes partidos obtendría la mayoría absoluta, no habiendo sido ninguno de ellos capaz de predecir ni de lejos, cómo iba a quedar configurada la Cámara de los Comunes el día después de las elecciones británicas, celebradas el pasado día 7.

Hay que remontarse hasta el año 1992, fecha de las elecciones en que el entonces líder laborista, Neil Kinnock, según todas las encuestas iba a ganar contra John Major, y  las perdió de forma estrepitosa, fracasando todas las encuestas de opinión.

Las elecciones de anteayer iban a ser muy reñidas según todos los sondeos, las encuestas de opinión, punto arriba o punto abajo, habían acertado desde el año 1992, en todos los plebiscitos en Reino Unido, hasta anteayer.

Según el barómetro de The Daily Telegraph, el gran diario conservador británico, a tres días de las elecciones decía que se registraba un empate técnico en cabeza, que «tories» y laboristas marchaban igualados con un 33% del voto cada uno y que para llegar al número 10 de Downing Street, el laborista Ed Miliband tendría que formar una coalición de gobierno con los nacionalistas, y seguramente también con los verdes. La otra opción sería una mayoría conservadora, encabezada por los conservadores del primer ministro británico, David Cameron y reforzada por los votos de UKIP de Nigel Farage, el líder eurófobo, para llegar a la mayoría absoluta.

Lo dicho, todos los sondeos se equivocaron, el Partido Conservador del primer ministro David Cameron ganó las elecciones celebradas anteayer en Reino Unido, con una mayoría absoluta que nadie esperaba.

Los tories han logrado 331 escaños, cinco más de los necesarios para gobernar en solitario, una posibilidad que ninguna de las encuestas publicadas en los días previos contemplaba.

 

Los resultados han provocado la dimisión, a lo largo de la mañana, de los líderes de los tres partidos perdedores: el laborista Ed Miliband, el liberaldemócrata Nick Clegg, socio de gobierno hasta ahora de los conservadores y Nigel Farage, de UKIP.

 

La victoria “tory” se ha producido por la debacle de los partidos liberaldemócrata y el laborista y el éxito de los escoceses.

Si alguna lección debe aprenderse del resultado de estas elecciones es que una cosa son las encuestas, cocinadas, arregladas, preparadas muchas veces ad hoc, donde por una parte los encuestados dicen muchas veces lo que creen que quieren oír los encuestadores y por otra los encuestadores hacen sus cábalas, sus prospecciones, sus proposiciones de acuerdo con aquello que han percibido, según su entender, que han querido decir los encuestados y otra el hecho único y definitivo de ir a votar.

De repetirse los mismos resultados en España, más de un gurú de la opinión, más de un sabelotodo de la información, deberá pedir perdón y cumplir con la penitencia de estar callado al menos un par de horas, que menos que un par de horas.

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