El pasado 23 de septiembre como cada año se celebró en el mundo entero el Día de la Visibilidad Bisexual. Cuando utilizo el verbo celebrar seguramente exagero un poco y es que es un día que pasa con más pena que gloria en el calendario.
Los bisexuales sufren doble discriminación y es que reciben tanto de los heterosexuales como de los homosexuales que no son capaces de entender que uno pueda ser capaz de amar de la misma forma a hombres y a mujeres. El monosexismo arrasa por donde pasa. Dentro del colectivo gay cuando alguien dice que es bisexual casi nadie se lo toma en serio y se piensa que es un gay que aún no lo tiene claro, que es un reprimido que disfraza de bisexualidad su "más que obvia" homosexualidad.
Que los heterosexuales discriminen es algo a lo que ya estamos acostumbrados pero no es de recibo que el colectivo gay y lésbico discrimine a otras personas por su orientación sexual. Parece mentira que después de tantos años sufriendo la homofobia nosotros mismos nos dejemos llevar por nuestra repugnante e injusta bifobia. ¿Es tan difícil de comprender que pueda haber gente capaz de amar de la misma manera a hombres y a mujeres? ¿Cómo le podemos pedir tolerancia a los heterosexuales hacia el colectivo LGTBI cuando nuestra intolerancia hacia los bisexuales es casi peor?
No podemos pedir si antes no damos nosotros. Está claro que las asociaciones LGTBI deberían
intensificar sus campañas de concienciación para que gays y lesbianas dejen de discriminar a miembros del colectivo en el que estamos todos embarcados. La sexualidad no se elige, no le demos argumentos ni le hagamos el trabajo sucio a los integristas ultracatólicos que creen defender a la familia y realmente sólo pretenden atacar a todo lo que no huela a heterosexualidad.
El respeto se demuestra con hechos y debemos estar todos y todas más unidos que nunca.