Tenemos a Marcus Waltz Cooper, Rafa Nadal, Joan Mir, Jorge Lorenzo, Rudy Fernández, Sergi Llull, Alba Torrens, David Bustos, Mario Mola, Marco Asensio, Marga Fullana, Melanie Costa, David Muntaner.......y la parroquia se excita porque el sábado cuatro matados que no empatan ni en el entrenamiento de los jueves se miden en eso que llaman un derbi, que no sé muy bien lo que significa ni a qué viene el anglicismo, entre dos equipos de Segunda B, es decir la tercera categoría de fútbol en un campo de césped artificial donde caben en plan sardina unos 2.000 espectadores. Decididamente nos hemos vuelto todos locos.
En la más vana de mis ilusiones y el peor de mis sueños, creía que el descenso del Mallorca desde los cielos al subsuelo redireccionaría la atención de los medios hacia escenarios y protagonistas de mayor potencial y méritos acumulados. No hablo de las redes sociales porque me fío de ellas tanto como del infierno de Dante. Uno tiene que estar, si, pero sin olvidar en ningún momento que el anonimato siempre le ganará la partida a la verdad y a quienes damos la cara con nombre, apellidos y, a veces, hasta una foto.
Tampoco pretendo desilusionar a los seguidores del Mallorca de Sarver y Molango, importante matiz, ni a los del Atlético Baleares de Ingo Volkman, no menos trascendente aclaración, pero de eso a prescindir de antibióticos o antídotos para atravesar el desierto de Son Moix y Son Malferit en beneficio de intereses ajenos, media un abismo.
En cuanto a deporte colectivo, que ya espero las críticas y las comparaciones, hoy por hoy el Palma Futsal, el Bahía San Agustín y el Urbia Voley Palma militan en categorías muy superiores. No es por nada, pero es.







