Hasta el rabo todo es toro y el morlaco empitonó al Mallorca con todas las de la ley cuando sus jugadores se conformaban con el puntito que habían conseguido diez minutos antes pese a haber sido dominados por el modesto equipo local durante las tres cuartas partes del tiempo reglamentario.
Quique Setién dejó su impronta en el Anxo Carro y el conjunto que él diseñó y preparó no ha renunciado a la filosofía de juego que practica y respeta, algo que Fernando Vázquez no ha conseguido imbuir a su plantilla, que nunca se sabe qué quiere hacer salvo especular con el resultado. Los locales, por el contrario, tocaron y tocaron ante la pasividad visitante solamente interrumpida a partir de la alineación tardía de sus hombres más desequilibrantes y el bajón físico de los anfitriones.
No hicieron nada los mallorquinistas para nivelar el gol de Joselu, no hay peor cuña que la del mismo palo, mediado el primer tiempo. Durante demasiados minutos estuvo más cerca el segundo tanto gallego que el empate. Y el primer relevo bermellón no se produjo hasta cumplida una hora y, créanselo para que Ortuño se fuera al banquillo y Oscar Díaz, falto de ritmo, se colocara a la espalda de Colunga, nuevo y sorprendente lanzador de faltas y saques de esquina. Luego se impuso la lógica en la mente del técnico de Castrofeito y puestos a cambiar cromos, sustituyó a los futbolistas de banda, voluntariosos pero lentos, para buscar el desborde a través de extremos más veloces: Salomao y Lago jr. Sin embargo, conseguido el empate, sus acólitos volvieron a las andadas. Hubo momentos en que parecía que ambos firmaban tablas, pero el destino terminó inclinando la balanza hacia el lado que más había buscado el triunfo y que, en el cómputo global del choque, mejor se había desenvuelto.
Que un modesto sea capaz de imponer su toque a un Mallorca cargado de figuras o figurones, que vuelve a bordear el descenso, da para que, de una vez por todas, la cúpula y los mandos intermedios se dejen de centenarios, libritos y chorradas varias y se pongan a trabajar en lo que de verdad es necesario.







