El jueves y viernes pasados, el Teatre Principal de Palma representó la obra "Escenas para una conversación tras el visionado de una película de Michael Haneke", con puesta en escena de la compañía El Conde de Torrefiel. La obra, de algo más de una hora, con pocos diálogos y con la sola presencia de cinco actores sobre el escenario, es un ejemplo de lo que se puede denominar teatro de vanguardia.
La obra forma parte de la programacion de otoño del más importante teatro público de las Baleares y habría pasado desapercibida para la gran mayoría de ciudadanos si no fuera por la escena que han denunciado algunos de los doscientos espectadores que asistieron a las dos sesiones, quienes la calificaron de "provocativa y de mal gusto" y llegaron a anunciar una posible denuncia, tal y como recogió mallorcadiario.com este sábado. La escena en cuestión muestra a un actor desnudo restregándose la bandera de España por sus genitales mientras avanza dando saltos y los otros tres actores le observan.
Portavoces del Consell de Mallorca, institución de la que depende la fundación que gestiona el teatro, se han apresurado a desmarcarse de la programación seleccionada para el Principal indicando que esa es una labor de su director, quien no depende para tal fin de ninguna indicación política. El director, por su parte, ha defendido la libertad de creación y asegura que la obra lleva representándose durante seis años en escenarios de prestigio de toda España y de muchos países de Europa y América, con amplio reconocimiento y hasta con subvenciones de la adminmistración pública. Asegura también que la obra se contrató hace un año y huye de cualquier intento de vincular esta representación con el actual momento político.
En todo caso, la polémica es inevitable y ha provocado que la oposición en el Consell de Mallorca ya esté pidiendo "responsabilidades políiticas". Como poco, la representación teatral mostró una total falta de sensibilidad hacia todos aquellos ciudadanos que se sienten representados por la bandera de su país, máxime cuando la provocación, por mucho respecto que pueda expresarse hacia la libertad de creaciòn, se pagó con dinero público. Por otro lado, resultó totalmente inoportuna, en un contexto político de gran debate sobre banderas y territorios.
Ser soez y chabacano entra dentro de la libertad de elección de cada cual. Pero los políticos no pueden amparar, ni mucho menos fomentar, actuaciones ofensivas hacia los ciudadanos a quienes representan. Por ello, son los que deberán dar las explicaciones necesarias sin escudarse en la libertad de creación de los artistas, aportando todos los detalles de la contratacion, alejando toda sospecha de premeditación y asumiendo aquellas responsabilidades que se puedan derivar de un episodio tan poco edificante.





