En todos los partidos políticos hay pillos que roban y se enriquecen a costa de lo de todos. En Baleares, como en todos lados, los que más han gobernado son los que más casos de corrupción tienen. Pero lo de UM es diferente. En UM no es que alguien ocasionalmente 'pusiera el cazo', sino que el propio partido había nacido para intermediario: era un broker entre la derecha y la izquierda, era una perversión intrínseca. 'Hazte amigo de UM, y da igual qué digan las urnas', podría rezar una máxima de nuestra política local de los últimos 20 años. Muchos dirigentes de UM tendrán problemas penales, pero hay otros culpables de este cáncer que no deberían escapar de, al menos, una crítica: son los partidos tradicionales y los medios de comunicación. Sólo algunos dirigentes del viejo PSOE y del PP se opusieron a la existencia de una UM con esta filosofía. Sin embargo, para la casi totalidad de los actuales gestores de estos partidos, UM era una manera de llegar a ciertos votantes que no se movilizan, que no les votaban. Y, lo que no dan las urnas, UM lo arreglaba. UM valía porque con UM se puede negociar. Pide Urbanismo pero deja el resto para estos partidos que, de no ser así, no habrían llegado a gobernar. Sabían perfectamente qué era UM, cómo lograba sus apoyos, pero lo arreglaban mirando hacia otro lado. Convivían con ello. Lo contaban a sus amigos, incluso a los periodistas: “qué asco, qué ladrones”, decían. Hoy, muchos se rasgarán las vestiduras, pero son tan culpables como UM porque accedieron a ciertos cargos más allá del alcance de sus votos porque se apoyaron en la basura, con el pretexto de que miraban para otro lado. Y los medios de comunicación, en su mayoría: divertidos por ver cómo un partido de cuatro gatos inclinaba la balanza del poder de un lugar a otro, más allá de las urnas, jalearon a UM, ignorando unas prácticas que conocían como todo el resto de la sociedad. Ese silencio, claro, solía tener premio.





