Arantxa Santa-María, Oriana Ramírez y Tomás Hernández imparten en la XXVII Escuela de Salud Pública de Menorca el curso ‘Salud y conciencia’, a través del cual pretenden revelar los efectos positivos que el desarrollo de la conciencia tiene para la salud y el bienestar.
“Nuestro propósito es tender puentes entre el mundo de la ciencia y el de la conciencia. El primero, académico y racional; el segundo, emocional, simbólico, ancestral”. Así resume Arantxa Santa-María Morales, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública y doctora en Psiquiatría, el curso ‘Salud y conciencia: aplicaciones del desarrollo de la conciencia a la salud pública y a la medicina comunitaria’ que imparte estos días en la XXVII Escuela de Salud Pública de Menorca junto con los también especialistas en Medicina Preventiva y Salud Pública, Tomás Hernández Fernández y Oriana Ramírez Rubio.
A partir de ejercicios de yoga, meditación o de la aplicación de técnicas psicoterapéuticas, los tres facultativos muestran a los alumnos los efectos positivos que el desarrollo de la conciencia tiene para la salud y el bienestar, beneficios que pueden mejorar el día a día de los profesionales de la sanidad pero que también pueden derivarse a los pacientes y, en general, a la práctica totalidad de la población a través de las políticas públicas.
“Hay un movimiento a nivel mundial. De hecho, en algunos países como Estados Unidos está institucionalizado”, señala Tomás Hernández. El camino se presenta largo porque “como herederos de la Ilustración priorizamos la razón y denostamos las emociones, que consideramos folklóricas y carentes de prestigio” hasta el punto, explica Arantxa Santa-María, de considerar que “lo que no es objetivo no existe”, un planteamiento que, según advierte, está muy arraigado en el colectivo médico.
Para facilitar el giro que permita la incorporación generalizada de estas nuevas prácticas, los tres especialistas en medicina preventiva coinciden en la importancia de empezar por los mismos profesionales de la salud. “Es necesario que tomemos conciencia de ello, que valoremos cómo nos podemos cuidar como profesionales para después saber cómo podemos mejorar la salud de nuestros pacientes y, por supuesto, cómo podemos trasladar todos estos conocimientos a las políticas públicas”, apostilla Hernández.







