En el año 2015 el número de demandas de disoluciones matrimoniales, separaciones y divorcios, disminuyó un 2,6% respecto a las observadas en 2014, según los datos recogidos por el Servicio de Estadística del Consejo General del Poder Judicial.
Conviene recordar que, si es socialmente bueno que las familias duren, que se rompan no es indiferente, y que la sociedad y el Derecho faciliten la ruptura tampoco es indiferente. Son numerosos, y suficientemente conocidos, los estudios realizados que demuestran que las rupturas familiares tienen efectos perjudiciales no deseados, principalmente para los hijos, pero también para los cónyuges, y para la sociedad entera. Esas consecuencias perjudiciales provocan, además de los costes personales, costes económicos importantes, en términos de asistencia social o sanitaria. Desde este punto de vista, la mayor estabilidad sociológica es un bien social, y los instrumentos jurídicos dirigidos a facilitarla ayudan a la familia a desarrollar adecuadamente las funciones estratégicas que explican el interés que la sociedad tiene en un correcto funcionamiento de la familia.
La duración y estabilidad de las relaciones familiares es un bien social, que beneficia tanto a los cónyuges, como a sus hijos, como a la sociedad entera. Las rupturas familiares tienen efectos perjudiciales no deseados, principalmente para los hijos, pero también para los cónyuges, y para toda la sociedad. Esas consecuencias perjudiciales provocan, además de los costes personales, costes económicos importantes, en términos de asistencia social o sanitaria.
Las soluciones ofrecidas hasta el momento, basadas en facilitar como única salida a las crisis matrimoniales la definitiva consolidación de la ruptura a través del divorcio (es decir, del fracaso de la relación), se han mostrado ineficaces. Nuestros matrimonios merecen soluciones mejores y más imaginativas, que les permitan hacer frente a las crisis con mayores garantías de éxito personal, familiar y social.
Además es preciso ofrecer a los futuros cónyuges mecanismos previos de formación, para ayudarles desde el primer momento de su matrimonio a hacer frente a las eventuales crisis que puedan surgir.