El pasado martes se produjo el enésimo accidente en el cruce que el eje Inca-Manacor tiene a la altura del desvío que conduce a Costitx. Afortunadamente, en esta ocasión se produjo más aparato que daños personales, aunque si los vehículos que colidieron hubieran sido menos robustos probablemente otro gallo nos cantara.
Los residentes en la zona, singularmente los costitxers, claman por la ejecución de un proyecto -ya redactado- de construcción en ese lugar de una rotonda -como la existente en el acceso a Sineu-, que reduzca drásticamente el número de accidentes pero, sobre todo, que minimice su gravedad si se producen. Y la reivindicación no es nueva, sino que abarca varias legislaturas de idas y venidas a los despachos de los responsables del Consell sobre cuyas espaldas recae la decisión.
La vez que se estuvo más cerca de lograrlo fue en el pasado curso político, cuando la responsable de infraestructuras era la socialista felanitxera Mercedes Garrido, una buena gestora. Pero, desafortunadamente, la legislatura estaba en su tramo final y ya se sabe que en este país la continuidad en la gestión política no existe, pues el primer mandamiento de los nuevos titulares es el de paralizar y cuestionar lo realizado hasta ese momento y, si tienen ocasión, deshacerlo.
Iván Sevillano es un joven cántabro militante de Podemos que, casi de rebote, se encontró cierto día con que había sido nombrado como responsable de Movilidad e Infraestructuras del Consell de Mallorca. Su perfil profesional, al menos, invitaba al optimismo, pues ostenta el título de ingeniero y ha desarrollado su labor en el ámbito de la obra civil, aunque, según confiesa -para consuelo de la parroquia podemita- su verdadera vocación y principal dedicación es la de educador social en un piso tutelado.
Para alguien que dice ser ingeniero con experiencia en la obra civil, la licitación de las obras de construcción de una rotonda en un tramo recto de una carretera sin especiales dificultades, con un proyecto ya redactado, no parece ofrecer demasiados obstáculos. Si, además, de esa pequeña obra dependen vidas humanas, ello debiera ser razón suficiente para haber ejecutado la puñetera rotonda a los pocos meses de haber asumido el cargo.
Hasta la farragosa ley de contratos públicos ofrece mecanismos para adjudicar las obras urgentes. No hay excusa para no haberlo hecho ya.
Sin embargo, ni con conocimientos técnicos, ni sin ellos, los podemitas saben gestionar absolutamente nada, porque lo suyo son las consignas y las banderas, y gestionar entraña el riesgo de equivocarse, aunque no hacerlo tenga un coste humano a veces inasumible.
La llamada nueva izquierda está ocupada en asuntos mucho más importantes para la redención de la humanidad que salvar unas docenas de vidas en una carretera, como son el desalojo de los Borbones, el desentierro de Franco, los escraches a los políticos de derechas o las manifestaciones del 8M.
Igual resulta que las rotondas son fachas y ahí radica la inexplicable pasividad de Sevillano, quién sabe.
Lo cierto es que me hubiera gustado titular este artículo como "La rotonda de fábula" y, como ya temía, he tenido que alterar el orden de los factores. Las fábulas servían antaño para explicar a los niños, mediante cuentos casi siempre protagonizados por animales, las consecuencias de sus actos, resumidas en la moraleja que encerraban.
Y la moraleja de esta fábula es vieja y la han entendido ustedes perfectamente: No conviene poner al lobo a guardar las ovejas.





