La Guardia Civil y la Dirección General de Salud Pública han retirado del mercado un cargamento descomunal de productos del mar que, de no ser por la inspección, podría haber acabado en los platos de miles de mallorquines. En total, los agentes han intervenido 20 toneladas de marisco y pescado almacenadas en las instalaciones de una distribuidora de Palma en condiciones que comprometen de lleno la seguridad alimentaria.
Según los técnicos, el panorama era un catálogo de irregularidades: productos con fechas de consumo preferente vencidas desde hace años —algunos desde 2019— y partidas que habían roto la cadena de frío y vuelto a congelarse, una práctica que haría saltar las alarmas en cualquier manual de higiene y que suele verse más en Pesadilla en la Cocina que en la vida real.
CAJAS Y CAJAS DE GÉNERO CADUCADO
La actuación se remonta a una inspección realizada el pasado abril por agentes del SEPRONA y técnicos de Salud Pública, que al acceder al almacén toparon con un escenario más propio de un programa de prime time que de una distribuidora legal. Cajas y más cajas de género caducado, bolsas con escarcha sospechosa y productos que evidenciaban descongelaciones previas. Todo ello motivó la inmovilización inmediata de la partida para impedir que llegara al mercado.
La empresa ha sido sancionada con dos infracciones muy graves. Ambas, relacionadas con la salud pública y la protección de los consumidores, por un importe total de 90.000 euros. Una multa que, visto el volumen del género intervenido, incluso puede parecer corta.







