Un periódico publicaba ayer que “Bauzá debe 36 millones de euros a las farmacias”. A día de hoy esta afirmación aún nos resulta chocante a todos, porque todavía nos parece obvio que Bauzá aún puede decir que el culpable es el Gobierno que se ha marchado. Pero el titular es interesante porque nos apunta cómo muy pronto, tal vez a partir de septiembre, y por supuesto en 2012, la historia de la herencia recibida no venderá, no nos interesará y nadie querrá escucharla. Para cuando ya no quede la monserga de la herencia, ¿qué? A mi modo de ver, a día de hoy el Govern persiste en cometer dos fallos: primero, no nos ha descrito exactamente cómo estaban las cosas, cómo era la situación verdadera de la autonomía (¿se acuerdan que el miércoles de la semana pasada iban a estar la famosas auditorías, de las que pronto nadie hablará?) y, segundo, no nos ha contado qué piensa hacer, qué futuro nos depara, cómo corregirá lo que nos ha llevado a esta situación. ¿Habrá nuevas medidas para evitar esto? ¿Hay que legislar? ¿Basta con cambiar al Gobierno para que las cosas cambien? Si hoy alguien me preguntara qué planes tiene este Gobierno, a mí no se me ocurre otra cosa más que decir que quiere sanear la economía. Eso está muy bien, pero no vende nada; eso va en el sueldo. Sólo faltaba que no sanearan lo que encontraron mal, diría el votante. Aquí es necesario algo más, algo que genere ilusión, que nos anime, que nos venda un futuro. Claro que si lo que hay que vender no es atractivo, antes habría que explicar qué se encontraron. Pero todo esto parece que con el calor no está en la agenda. En algunas áreas, por ejemplo en Sanidad, las incógnitas no parece que puedan aguantar hasta septiembre sin una explicación. ¿Qué se quiere hacer? El tema, insisto, es que poco a poco, como es natural, el argumento de la herencia va perdiendo fuelle y en breve la gente no querrá escuchar ninguna mención al pasado sino sólo que le hablen del futuro. Y ahí empiezan a surgir dudas, preguntas para las que hasta ahora hay más bien pocas respuestas.
