Marlene Dietrich recuperó la célebre frase de Napoleón cuando dijo: “Cinco minutos antes no es la hora. Cinco minutos después no es la hora. La hora es la hora”. Tan categórica afirmación viene traída como consecuencia del papel protagonista que ha adquirido la propuesta de la plataforma ‘Illes amb claror’, que el grupo ecosoberanista menorquín sometió al respaldo parlamentario.
Tan pintoresca declaración institucional, avalada por la unanimidad política, es la mejor expresión de lo que se puede llegar a aprobar sin haberlo meditado suficientemente.
La solicitud de revocar una instrucción al organismo equivocado y solo cuatro días antes de su aplicación, es una trampa saducea a la que nunca debió prestarse el partido que da apoyo al Gobierno, pero es preferible pensar que una tercera parte de la Cámara pecó de incauta a presumir en qué manos hemos dejado el poder legislativo autonómico.
Sin abordar cuestiones que deben tenerse en cuenta con antelación, como argumentos económicos y de productividad, razones históricas o costumbres individuales y hábitos culturales, el Parlamento debería saber que la transposición de una directiva comunitaria queda lejos de modificarse por una cuestión tan baladí como el beneficio turístico que nos supondría en temporada baja. Más absurda es aún la petición cuando alguien pensó que Baleares podía ser el único territorio del planeta que migra de huso horario cada seis meses.
Es conveniente evaluar si se mantiene alguna de las razones por las que nos identificamos con los países más orientales, en lugar de aquellos con los que compartimos meridiano, lo que acabaría con la marginalidad horaria de Canarias, pero Greenwich no es una barrera infranqueable, sino solo una referencia. Mejorar la racionalidad de las medidas de ahorro energético que promueve la Unión Europea a través del adelanto o atraso estacional de nuestros relojes ya es un objetivo para los 27+1, pero pensar que los instintos soberanistas pueden alcanzar al minutero es impropio de mentes bien amuebladas.
Mantener el horario de verano o avanzar una hora las manecillas todo el año, para diferenciarnos de Galicia, nos acercaría a Turquía, Egipto o Finlandia. Puestos a que anochezca a la hora de las películas para adultos, equiparemos nuestra pauta a la de Irán o Arabia Saudita.
Pocos problemas detectan nuestros diputados cuando pierden el tiempo en firmar un documento sin el respaldo de un informe técnico y objetivo o una memoria que alcance a más gente que la que prefiere trasnochar o lanza la moneda al aire en un tema que no se decide caprichosamente.
Antes de que podamos dormir una hora más este próximo domingo, no pienso renunciar a la esperanza de que, tras el consenso alcanzado, al menos la clase política tenga también la capacidad de ponerse de acuerdo en temas de mayor calado.