La suerte, buena o mala, se busca

Casos como el de Monchi, director deportivo del Sevilla, son excepcionales. Cualquiera que sea capaz de acertar en la mitad de los fichajes realizados merece ya no un aprobado, sino un notable. El fútbol no es una ciencia y si lo fuera cabría calificarla como inexacta. El rendimiento de un futbolista depende de la adaptación a la ciudad en que va a residir, de su entorno, de su relación con el club y con el resto del vestuario y, por si fuera poco, de que sus compañeros realcen sus características o al revés. Messi, por citar un ejemplo extremo, hace mejor a Luis Suárez, igual que Ibagaza contribuyó decisivamente al despegue de Etoo desde la plataforma del Mallorca.

Los medios de que disponen las secretarías técnicas son cada vez más sofisticados y por tanto las opciones de error deberían ser cada vez menos. Pero cada uno depende de si mismo y no se puede aislar de sus circunstancias, por lo que las prisas, malos informes, vídeos poco analizados e historiales médicos desafortunados, también son agentes que influyen a la hora de tomar una decisión. Y ahí es donde si cabe resaltar que ciertos detalles de la vida profesional de un jugador no pueden ser ignorados y pese a su nula experiencia en las funciones que desempeña, Miguel Angel Nadal no debió pasar por alto la propensión de Arana a las lesiones.

Manuel Jesús Arana Rodriguez, sevillano de 31 años, reunía todas las condiciones para destacar. Rápido, hábil, poseedor de un buen disparo desde media distancia y versátil para jugar de media punta o en cualquiera de las bandas, no ha tenido suerte con las lesiones y eso lo sabe todo el orbe futbolístico porque, de lo contrario, estaríamos hablando de clubs muy importantes en su trayectoria y el hecho es que sólo ha jugado cuatro temporadas en primera división, con el Racing y con el Rayo, donde sólo pudo intervenir en dos encuentros. Ya en Huelva, tras fichar por el Recreativo, se prolongó su calvario y pasó una larga travesía en la enfermería onubense.

De no mediar un historial clínico tan extenso, ya habría desembarcado en Palma años atrás. Ahora su nueva dolencia, después de aparecer con un tensor en el muslo el pasado domingo en Leganés, reabre la oportunidad de su fichaje. El se ve perseguido por la mala suerte, pero lo del club no es cuestión de fortuna sino de desconocimiento.

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