La UE tiene sobre la mesa una propuesta para limitar la velocidad máxima de los coches que se fabriquen nuevos a 115 km/h, mediante un limitador instalado en el vehículo. Según la propuesta, el control de la velocidad se llevaría a cabo mediante conexión vía satélite que comunicarían la velocidad de los automóviles automáticamente, o bien mediante cámaras inteligentes capaces de leer las señales de tráfico. Si el límite es rebasado, el conductor recibiría un aviso y si lo ignorara, el mismo coche accionaría los frenos hasta ajustar la velocidad a la máxima permitida.