Con la investidura de Rafa Nadal como doctor honoris causa por la Universidad de Salamanca, se hace justicia a una de las trayectorias deportivas más brillantes no solo de Mallorca, sino de España entera. Este reconocimiento subraya que Nadal trasciende el deporte, personifica valores universales y es digno de homenaje.
La Universidad de Salamanca justificó la distinción reconociendo en él virtudes como la disciplina, la humildad, la perseverancia y el compromiso con la excelencia. No se le otorga un título académico por sus estudios, sino un galardón moral por su vida pública y su influencia. Con dos oros olímpicos, 22 Grand Slams y múltiples títulos con España, Nadal ha dejado una huella indeleble en el deporte internacional.
No se le otorga un título académico por sus estudios, sino un galardón moral por su vida pública y su influencia
Pero ese reconocimiento llega años después de un episodio que la UIB —la Universitat de les Illes Balears— no puede obviar. Cuando se planteó concederle aquí el doctorado honoris causa, surgieron voces críticas: hubo opiniones contrarias que daban prioridad a criterios estrictamente académicos —y también políticos—, y la polémica desbordó. Ante ese clima, Nadal declinó la distinción. Muchos lo vieron como un gesto de humildad; pero la realidad es que no fue él quien salió perjudicado, sino la propia UIB y la sociedad balear en su conjunto.
Porque una institución de enseñanza superior no puede mostrarse reacia a elogiar la excelencia cuando ésta es patente. Rechazar un reconocimiento a Nadal fue un error de perspectiva: menospreciar el valor social, simbólico y educativo de su figura. No es que Nadal perdiera nada al negarse; quien perdió fue la UIB al convertir ese episodio en una mancha de miopía institucional.
Hoy Salamanca rectifica esa omisión coronando al hijo de Manacor con el doctorado honoris causa. Ante el talento y la excelencia, no caben recelos mezquinos ni cálculos estrechos. Que la UIB tome nota: el reconocimiento no resta; ennoblece. Y cuando una oportunidad así se desperdicia, es la institución la que queda en deuda.
Solo queda felicitar a Rafa Nadal por este reconocimiento universitario, proveniente de fuera de Mallorca, que viene a ratificar que nadie es profeta en su tierra.


