Nuestro relato arranca el 16 de abril de 1912 con la inauguración del Tren de Sóller. Hasta entonces, los sollerics solo podían abandonar su localidad por vía marítima o afrontando un largo camino por las montañas de la Serra de Tramuntana.
Entre los pasajeros, había una pareja de recién casados, quienes pretendían llegar a Palma para dirigirse al Puerto y empezar su luna de miel con un viaje en barco. Ambos se conocían desde niños, cuando sus respectivas familias -las dos pertenecientes a la alta sociedad- habían concertado su matrimonio.
Poco antes de que el tren emprendiera su primer e histórico viaje, la recién casada sorprendió a su esposo besando a otra mujer en el exterior del último vagón. Su rostro le fue inmediatamente familiar. Y no era para menos. Se trataba de su propia criada.
La traicionada perdió toda la compostura. Así, se abalanzó sobre la que era su sirvienta. Las dos mujeres se pegaron, arañaron y tiraron del pelo hasta que, en un momento, quedaron suspendidas, agarradas al tren que ya estaba en marcha. Cuentan que el hombre pudo haber salvado sus vidas. Pero eligió rescatar a su amante, dejando caer a su esposa en las vías.
VINCULACIÓN CON EL TITANIC
Finalmente, la pareja logró huir y vivir la luna de miel que tendría que haber disfrutado la desaparecida. Algunos, especularon que perdieron la vida en el naufragio del viaje inaugural del Titanic. Algo imposible, puesto que el barco se hundió durante la madrugada del 14 al 15 de abril, un día antes de la inauguración del Tren de Sóller.
Según la leyenda, el infiel que viaje en el tren y que se asome al último vagón durante el tramo largo del túnel, será arrojado a las vías por el fantasma de la joven novia.





