Me gustó Esperanza Aguirre siendo la primera en asumir la responsabilidad de haber aupado a puestos de alta responsabilidad a Francisco Granados, pidiendo perdón a los ciudadanos. Su trayectoria política contra la corrupción le proporciona un plus de credibilidad.
Siendo esto importante, no ha sido lo esencial de la comparecencia de Aguirre, que ha lanzado un mensaje demoledor contra su propio partido pero para nada fatalista: El PP debe volver a ser el referente en la lucha contra la corrupción que le convirtió en el mayor partido político de España en la década de los 90. Bauzá dijo algo parecido en Baleares.
Aguirre ha exigido que el suyo "vuelva a ser un partido limpio", y eso no sólo es importante para el PP sino para España: Si el PP sigue siendo el partido de Bárcenas y el PSOE el de los ERE, una gran parte de la ciudadanía se está inclinando hacia la izquierda liberticida de Podemos como opción regeneradora. Esa misma izquierda que tiene por referentes a algunos de los regímenes más corruptos del mundo y que, si se muestran fieles a las directrices bolivarianas, destrozarán la economía nacional y hundirán en la miseria a millones de españoles.
Si PP y PSOE quieren hacer creer a los ciudadanos de que, por fin, van a acabar con la corrupción, que pasen de las palabras a los hechos llegando a un acuerdo para despolitizar la Justicia y que los jueces actúen en consecuencia. Lo que nos lleva a señalar el contraste entre la celeridad e implacabilidad de la Fiscalía cuando se trata de actuar en determinadas partes del país, o contra ciertos individuos, y la cautela o la escandalosa componenda que exhibe en otros territorios o contra otros personajes. Por supuesto, no se trata de criticar a la Justicia por sus últimas actuaciones contra la corrupción, sino que llama la atención su diferente comportamiento cuando los protagonistas de los escándalos son, por ejemplo, los miembros de la famiglia Pujol.
La misma severidad aplicada contra Luis Bárcenas, un presunto corrupto encarcelado hace más de un año, cabe exigir en el resto de casos de corrupción, empezando por los que tienen por objeto de investigación al clan Pujol y sus multimillonarias cantidades defraudadas.