Si no queríamos una taza de caldo, ya tenemos taza y media. El partido Valladolid-Mallorca que cerró la temporada 2015-16, en la que los locales alinearon al portero del filial, a siete u ocho jugadores más que terminaban sus contratos con el club pucelano y con cuya victoria los visitantes evitaron el descenso, es investigado por la Liga de Fútbol Profesional que preside el inquisidor anti amaños , Javier Tebas, que no ha cerrado con éxito un solo expediente. Aquel día Monti Galmés, Molango y Fernando Vázquez despidieron alborozados la temporada dando saltitos sobre el césped del Nuevo Zorrilla. En fin, el círculo se cierra si recordamos que fue precisamente el mencionado inquisidor quien anticipó la noticia de le venta del club a Robert Sarver y sus socios dos meses antes de que se produjera dicho desembarco y seis antes de que el vendedor, Utz Claassen, hiciera lo propio en Singapur.
Por supuesto que no hay nada que temer. Los veinte millones de euros invertidos por el financiero americano se han dedicado a cuestiones más honestas. Lo contrario sería indemostrable si además, según la información publicada en Diario de Mallorca, la profunda investigación se ha limitado por ahora a preguntar a un ex empleado del club. Ya imagino el interrogatorio: ¿oiga usted sabe si pactaron el resultado de este partido?. No hay constancia de fotografía alguna que revele el estupor y la sonrisa del interrogado.
Pero no hay que escandalizarse. La historia cuenta que no sería el primer partido disputado por el Mallorca que ha sido objeto de sospecha. Hace años por la megafonía del campo del Tenerife se divulgó una grabación en la que un presunto representante mallorquinista intentaba convencer a un directivo local, ante el abucheo de la concurrencia. De otro lado también se desconoce si la operación ha sido bautizada con algún nombre en clave, como suele hacer la policía. Nombre propio en este caso.





