Hace ya algunos años la gran escritora Elvira Lindo publicó una excelente novela de carácter semi autobiográfico, «Lo que me queda por vivir», cuyo título ha inspirado hoy el epígrafe de esta columna. Lindo se inspiró, a su vez, en un precioso bolero de igual nombre interpretado por la mítica cantante cubana Omara Portuondo. «Lo que me queda por vivir será en sonrisas,/ porque el dolor yo de mi vida lo he borrado./ Lo que me queda por vivir será entre dichas,/ porque el sufrir que me tocaba lo he agotado».
De ese modo tan claro y positivo empieza esta canción llena de amor, de fe, de esperanza y también de un profundo sentido existencial. Salvo contadas excepciones, los seres humanos nunca sabemos a ciencia cierta cuánto es el tiempo que nos queda por vivir, ni tampoco cómo será ese tiempo, si bueno o malo, si lleno de plenitud o de soledad, si alegre o triste, aunque a veces podamos tener algunas intuiciones y otras veces recurramos a una vidente o a un futurólogo para poder conocer algo de nuestro mañana o de nuestro destino.
«Lo que me queda por vivir será en tus brazos,/ bajo la tibia sensación de tu mirada,/ entre palabras que yo sé que ya se han dicho,/ que tú al decirlas me parecen renovadas». Este bello bolero de Omara Portuondo y la hermosa novela de Elvira Lindo nos vienen a decir también que por muchos que hayan sido o hayan podido ser nuestros fracasos o nuestros errores, o por muchas que puedan ser en ocasiones nuestras dudas e incertezas, si hay amor en nuestras vidas, todo acaba resultando siempre mucho más fácil y mejor, aunque a veces podamos encontrarnos más o menos condicionados por determinadas circunstancias personales ajenas a ese sentimiento.
«Cuánto me queda, yo no sé/ ni me interesa descubrirlo./ Si es mucho o poco, no lo sé,/ sólo me importa que ahora hallé/ lo que era todo mi delirio». Para las personas que aman y son amadas, cada día compartido es siempre el mejor día del mundo, del mismo modo que para alguien que ha estado enfermo o incluso tal vez a punto de perder la vida no puede haber casi nada mejor que ver de nuevo salir el sol a través del horizonte, respirar profundamente, contemplar la belleza del mundo y saberse y sentirse vivo.
«Lo que me queda por vivir está en tus manos,/ está en tu ser, está en tu fe, en tu sonrisa./ Lo que me queda por vivir es sólo el tiempo/ que tú le puedas dedicar a nuestra dicha». En estos tiempos tan difíciles que estamos viviendo, tienen aún mucho más valor si cabe el afecto o el cariño que podamos sentir hacia nuestra posible pareja, hacia nuestros hijos o hacia nuestros amigos. Quizás hoy más que nunca, lo que nos queda por vivir a cada uno de nosotros deberían de llenarlo siempre el amor, la piedad y una dulce mirada compartida.