Los amos de Cuba

Globalia ha anunciado este viernes que a partir del 1 de enero gestionará su cuarto hotel en Cuba, el Be Live Habana City Copacabana, con el que entra también en la ciudad de La Habana. El anuncio no es casual y no viene solo. La semana pasada, el presidente de Iberostar, Miquel Fluxà, anunciaba en Inca un acuerdo con el gobierno cubano que le permitirá doblar su presencia en la isla caribeña. Pasará en breve de 15 hoteles a contar con 27 negocios hoteleros en la misma isla. Todo esto, tras haber cerrado la adquisición del emblemático Riviera, en la Habana. Y sólo menciono a dos compañías mallorquinas.

No hay que olvidar que otras compañías como Barceló y Meliá ya tienen una fuerte implantación allí, y desde hace décadas. Por tanto, hay que estar a la espera que todas las empresas hoteleras mallorquinas anuncien en breve un fortalecimiento de su posición en la isla de Raúl Castro.

Todo esto no tiene nada que ver con la csualidad, ni tan sólo con la reciente muerte de Fidel Castro. A estas alturas, nadie puede atreverse a discutir el buen hacer de nuestros principales empresarios turísticos, y no hablo de estrategias financieras o puramente empresariales. El empresariado hotelero mallorquín lleva muchos años trabajando con suma habilidad las relaciones con el gobierno cubano. Un gobierno con el que, seguro, no debe ser fácil relacionarse y que guarda con celo extremo su proceso de apertura. Pero se ha hecho con un gran éxito. De ahí los anuncios de estos últimos días.

Sería un error leer esto y pensar -como algunos denunciaron en su momento- que los grandes hoteleros mallorquines optan por deslocalizar y hacer sus inversiones fuera. Un error. Cuando una cadena mallorquina abre hotel fuera de las islas, visítenlo y comprobarán que en él trabajan no pocos empleados de las islas, experimentados y ante la posibilidad de promocionar en su empresa. Vamos, que los de aquí, no pocos, reciben beneficio de estas operaciones.

En la reciente convención de Iberostar celebrada en Inca, Miquel Fluxà le pidió a una Francina Armengol presente que ayude a mejorar la denostada imagen de los empresarios hoteleros en su propia casa, en Mallorca. Armengol no recogió el guante. Se limitó a pedir sueldos dignos para los trabajadores.

Señora Armengol, lo de los sueldos, por supuesto. Estamos todos por esa labor. Pero no olvide que algún mérito tendrá un sector, el único, que ha sostenido la economía de las islas y de España durante la larga y agónica crisis económica que hemos vivido. Estoy convencido de que se puede presidir un gobierno de izquierdas y reconocer al mismo tiempo el buen hacer de una actividad que se ha hecho fuerte a base de sus buenas relaciones con un gobierno comunista como el de Castro.

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