El Mallorca no regala entradas, reparte invitaciones. Es sólo un matiz semántico, de acuerdo, pero mejor llamar a cada cosa por su nombre. Opino que no es una buena política, como ya expresé, pero allá cada cual con la suya.
Lo que sigo sin entender es a qué viene tanto cálculo matemático ante las dos jornadas que se avecinan. Si, eso de que si basta un punto, dos, tres, cuatro o seis para salvarse. Y menos mal que nadie habla de cinco, opción aritmética descartada. Como ya dijimos semanas atrás, no se precisa hurgar en tanta combinación porque los de Fernando Vázquez no tienen por qué esperar a nadie siempre que hagan sus deberes. Será, digo yo, consecuencia del miedo que pace en el alma oscura de muchos cuya conciencia remuerde el presente y rememora el pasado.
Aunque el Almería se enfrenta a una última jornada difícil en el campo de un Córdoba a punto de play off y “El Arcángel” ambientado para la ocasión, la Ponferradina, a su vez, se las verá y seguro que deseará nada menos que con el Tenerife y el Girona. Si los andaluces suman una victoria, me atrevo a pronosticar que la leonesa comarca de El Bierzo perderá a su representante en la categoría, como castigo a su dejadez al desprenderse de Yuri en el mercado de invierno y un erróneo relevo en el banquillo. Pero son especulaciones que, repito, no vienen al caso, ya que la segunda división no está, o no debería estar, en manos de terceros.
Eso si, que nadie quiera vender que sostener la categoría es un gran éxito. La temporada se cerrará con un sonoro fracaso en lo deportivo y a nivel de gestión. Un bosque oscuro y proceloso que no se puede ocultar tras el árbol de la obligatoria permanencia.
