Todos los equipos, salvo los grandes, necesitan gol. El Mallorca, siendo líder indiscutible, no lo tiene y el Atlético Baleares, cada vez más cerca del descenso, tampoco. Adquirir esa garantía cuesta dinero y no todos están en condiciones o con voluntad de pagarlo. Otros se confunden porque los blanquiazules deberían pensar antes en su fragilidad defensiva, antes que en reforzar su delantera por inexistente que sea.
Primero a las órdenes de De la Morena, después de Horacio Melgarejo y ahora de Javier Mandiola, los rivales encuentran con demasiada facilidad los huecos para acceder a su portería, sin atender a la máxima que recomienda construir los equipos desde atrás porque, además de defender, los zagueros asumen la responsabilidad de que el balón llegue en condiciones a sus posiciones más avanzadas y, en este caso, no hacen ni una cosa ni la otra. Son Malferit huele a Tercera y para airear el ambiente necesitará algo más que recuperar a Xisco Hernández.
En Son Moix tampoco Cedric es la panacea que haga olvidar las limitaciones de Abdón Prats o Alex López. Pero estamos en el margen opuesto. Reina no encaja goles y el once, aunque a trompicones y muchas veces sin brillantez, crece desde la retaguardia. No son pocos los encuentros que ha liquidado con un mínimo 1-0, aunque fuera de penalti como ante el Alcoyano o, en su dia, el Ontynent. Que fueran o no evitables ya es cuestión del contrario de turno.
Dicen que los extremos se tocan. Cierto. En el Cami dels Reis y la Via de Cintura no hay gol. La diferencia reside en que mientras unos hacen de ello virtud, los otros lo convierten en pecado.





