Todos ellos reclaman medidas para regular los precios del alquiler y mejoras salariales para afrontar los gastos.
"Me fui a un piso compartido y no fue bien. Volví a casa de mi madre. Cuando tuve una pareja estable pude independizarme", cuenta una joven, que asegura que la subida del salario mínimo "no es suficiente, ya que a día de hoy el alquiler consume el 60 por ciento de los ingresos que entran en casa, cuando no debería ser más del 30".
De hecho, el alquiler continúa siendo la fórmula más utilizada para emanciparse y según el Observatorio el pago de esta modalid supone el 120,4 por ciento del salario de un joven en las islas.
Y si no funciona el alquiler, el plan B de los jóvenes es trasladarse a una de las casas de sus familiares. Un 12 por ciento se acoje a esta opción. "La única forma que he encontrado para independizarme es que un familiar político me ceda su segunda vivienda. Sola hubiese sido prácticamente imposible", lamenta una joven.
En general, todos opinan que disponer de un puesto laboral no supone un aval para asegurarse el futuro. A pesar de contar con trabajos estables la población joven sufre de salarios precarios que no permiten costear el alquiler.
"Antes tenías más seguridad laboral. Cuando conseguías un trabajo era para toda la vida. Nosotros ganábamos 5.000 pesetas y el piso nos costaba lo mismo", recuerda una señora.