Los pirómanos ahora quieren hacer de bomberos

Nunca pierdas un posible titular, aunque no tengas nada serio que decir. Con este principio en mente, los sindicatos STEI y ANPE propusieron ayer una solución a la crisis de la educación que detecta el informe PISA y que nos coloca a la cola de España, país que a su vez está a la cola del mundo. ¿Qué proponen los sindicatos como solución? Pues más infraestructuras, más profesores, programas de formación de padres y trabajadores sociales en los centros. Miren por dónde, yo pienso que nada de esto es una solución. Incluso creo que precisamente, la solución a la educación nunca va venir de quienes han contribuido a crear este estado de cosas. ¿O es que alguien oyó alguna vez a un sindicalista exigir calidad y dignidad para su trabajo? ¿O es que algún sindicalista ha exigido que las cosas funcionen y haya resultados? No, los sindicatos siempre han antepuesto un liberado más a cualquier medida realista. Ayer, precisamente, el STEI decía que no hay que dramatizar, como si en esto no nos fuera el futuro. Veamos: la solución al problema educativo puede ser que requiera más infraestructuras o más profesores e, incluso en algunos casos más trabajadores sociales, pero desde luego la cuestión de fondo no es ninguna de estas supuestas carencias, ni siquiera todas ellas juntas. Hay muchos centros educativos que tienen unos medios excelentes, donde casi hay tantos profesores y trabajadores sociales como alumnos y que, sin embargo, sólo empeoran día a día. Aquí no estamos hablando de los medios sino de qué vamos a hacer con esos recursos. ¿Desmotivación? ¿Ganas de marcharse antes? ¿Tenemos profesores con ilusión? Si no se cuenta con esto, que es la base de todo, da lo mismo tener que no tener recursos. Si no hay ganas, si no existe compromiso, da lo mismo el dinero. La cuestión es que hoy, tal como está la enseñanza pública, donde da la impresión de que todos los profesores son números, donde parece que da lo mismo hacerlo bien que mal, donde sólo se mira el reloj y donde apenas hay ganas, echar más dinero es inútil. Por supuesto que estas afirmaciones tienen mucho de injusto porque hay excepciones, porque hay quien se deja la piel angustiado ante este desastre; pero todo el mundo acepta que el modelo, el sistema, el conjunto está desarbolado, sin norte, a la deriva. No critico la propuesta de impartir formación a los padres porque es tan necesaria y deseable como utópica e inviable. Nadie puede soñar que algún día tengamos cursos para que los padres aprendan que la primera responsabilidad que tienen de cara a sus hijos es educarlos, ellos en primer lugar. Es la hora de que reflexionemos sobre las graves consecuencias de continuar con este estado de cosas, que pensemos que las grandes víctimas de este desastre son las familias más pobres que no tienen escapatoria; que la educación es la única vía por la que se puede producir un reequilibro de la sociedad en base al reconocimiento de las capacidades. Precisamente, a más defendemos este modelo supuestamente social, más anulamos las oportunidades de los más desfavorecidos.

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